llegué tarde a mi casa. tenía tanto que decir... mi cuerpo vibraba como cuerda de chelo, mientras la luz de la lámpara brillaba como Dios... estaba a punto de nacer, nuevamente renacía a la vida, a las letras y escribí...
todos jugaban a la pelota, llenaban sus vidas de estiércol junto a semillas de bondad cuando en medio de ellos llegó el artitas de la paz... les dijo un momento de amor y todo los que jugaban, miraron hacia el cielo... y vieron a Dios, a Dios, y Dios les miró como si fueran hijos sin madre... les sopló y sus cuerpo se hicieron nada, toneladas métricas de nada...
terminé de escribir y salí hacia el baño... una manada de ideas salía de mi ser y dos veces escuché la voz de mi madre en la casa totalmente desocupada y sin Dios... cerré la máquina de escribir y supe que Dios estaba en todas partes...