Qué hermoso atardecer. Desde mi ventana en el segundo piso, observo con nostalgia cómo el sol se pone y mi habitación comienza a quedarse en tinieblas lo que le da un aire siniestro.
Recordando momentos pasados, siento cómo por mis mejillas resbalan lágrimas de cristal. Qué tontería. Me seco las lágrimas y vuelvo a posar la mirada en el horizonte. Qué hermoso paisaje. La pradera ondeando al ritmo del viento, los árboles mecidos por una suave brisa…Recuerdo momentos pasados cuando estabas a mi lado, pero ya no caen diamantes por mis mejillas, sino que asoma una sincera sonrisa de mis labios.
La tristeza aún está en mi ser, pero no como antes; ahora en vez de recordar con dolor cuando lo nuestro se terminó, recuerdo con alegría los momentos que pasamos juntos los dos. Porque es solo recordarte; tu dulce sonrisa, tu mirada sincera y tus palabras de consuelo, lo que me hace sonreír disimuladamente para que, cuando por casualidad nos encontremos, no lo notes. Y es solo pensar en ti, saber que estas ahí y que aun vives en mis recuerdos, lo que me da la esperanza de que algún día, nuestros encuentros no sean coincidencia.
Miro con nostalgia desde mi ventana, cuando en tiempos pasados caminábamos juntos tomados de las manos por la verde pradera y recuerdo tu presencia, esa cálida sonrisa que me dedicabas cada vez que te decía lo mucho que te quería.
Miro por la ventana de mi habitación; el cielo ya se ha puesto negro y comienzan a despertar las brillantes estrellas, espías silenciosas de nuestros romances.
Miro el cielo estrellado, la noche ya ha despertado y da cobijo a todos los amantes que en ella buscan refugio.
Mi habitación ya está en tinieblas, no quiero prender la luz. El estar ahí, en la ventana de mi habitación me hace recordar con nostalgia lo que juntos vivimos. Otra lágrima, la pena vuelve a inundar mi corazón y siento que me ahogo.
Enjugo mis lagrimas con un peluche, uno que él me regalo, lo aprieto contra mi rostro y se desborda el dolor.
Pobre peluche, confidente silencioso de todos mis pesares. Mi habitación está en silencio, nadie está en casa, ni un respiro se escucha. Pronto amanecerá. El crepúsculo se acerca, momento en que el Sol y la Luna, dos amantes separados eternamente, se encuentran. Durante este breve momento se dicen lo mucho que se quieren, se besan silenciosamente. Pronto la Luna debe marcharse, dejando a su amante muy triste, pero no desanimado, pues sabe que al día siguiente volverán a encontrarse.
Ya el alba clarea, y los primeros rayos de sol iluminan mi triste habitación.
Los recuerdos del día anterior aún están presentes, mi rostro sigue húmedo por las lágrimas que derrame, pero ya debo olvidarlo.
Pronto llegarán mis padres y debo estar durmiendo.
Una mancha, una sombra, una figura… ¿Quién es? Es él, el dueño de mis pensamientos, el causante de mi dolor, aunque no el culpable. Se acerca cada vez más a la casa, veo su sonrisa resplandeciente, sus ojos brillantes…Solo era mi imaginación, una alucinación. Qué hermoso espejismo.
Solo un recuerdo de su dulce imagen, que nostalgia recordarlo.
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