Reacio a los protocolos, no quiero
los minutos imperdonables
que das demasiado tarde.

Odio tu amor elitista, eligiendo
salir a la luz desnuda,
abriendo bocas cobardes.

Da tristeza tu boca olvidadiza
de ser hogar y refugio,
de ser hotel y trinchera.

Da vergüenza tu farsa de escurridiza,
que irrita mi imagen de pulcro,
que dilata mi ficticia pena.

A mitad del carnaval de tus fogones
comprendí que la vida ve
lo que la rutina olvida.

Esperando que la espera muera
dejé pasar la espuma
del oleaje espermicida.