En un campo de rozas, ortigas y girasoles,
sopla el viento,
entre los cerros moviendo las flores
con pétalos y lágrimas de colores,
sobre estas volaban insectos
también muchas aves…

Algunos animales rodean la extensa pradera,
pisando el pasto fresco y a veces muy seco,
oliendo los arbustos,
camino entre estos
hay espinos, piedras
y mucho camino…

Estoy en la pendiente
de un gran cerro
se agarran en mi mente estas raíces,
no quiero caer al despeñadero
devuelvo mis pasos
buscando la huella dejada.

Caen piedras al abismo
el cual no miro,
no quiero caer…

Miro siempre al frente,
mi andar se hace seguro
me sorprende esta llanura,
con su verdor, fragancia y espesor
oliendo estos prados
que me regala el viento.

Tras la gran montaña blanca,
un azulado cielo despeja la incógnita,
las nubes parecen motas,
pero se ven como dolorosas formas
oyendo el silbido de este extraño viento.

Horas de camino,
y un raro cansancio me vence,
pronto oscurecerá sentiré esta noche
como mortal y sin ruidos…

Miro fijamente esta noche,
el cielo completamente negro,
salpican algunas sola algunas estrellas,
haré una pequeña fogata
y tratare de dormir…
pero no siento frío,
no siento calor,
mientras me duermo
escuchare los palos que son devorados
por este pequeño fuego…

El quebradizo ruido
de estos palos secos,
rompen este silencio
de esta noche solitaria.

La luna brilla más que antes,
siento que me abriga con su brillo,
me relaja su redondez tan llena y quieta.

Siento el amanecer,
la claridad me despierta
no estoy aletargado,
pero no recuerdo este sueño
el cansancio y agotador sentimiento
de no ver a nadie
siquiera mis recuerdos…

Continuare mi marcha
algo que no entiendo me empuja,
me empuja pero no es el viento,
sigo estas sinuosas huellas
dejadas por otros como yo…

Ahora entiendo…
son huellas dejadas por aquellos,
que emprendieron este viaje
dejando atrás un pasado real…

El camino es interminable
pero tengo ansias de caminarlo,
estas se agrandan,
no bebo agua,
no transpiro,
y es que a ratos recuerdo
que no estoy vivo...