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Historias de una Casa Encantada.

2. La mujer del vestido azul cielo.

La casa era de estilo victoriano.
Tenía el jardin más bonito que nunca hubieran visto los ojos de ambos hermanos.
Abrieron la puerta que chirrió de una forma especial y entraron en el hall.
Se respiraba el aire rancio del tiempo que llevaba cerrada.
Telarañas y polvo acumulado, soledad y frialdad, eran las palabras que describían lo que Marcus y Agatha sentían en su primera entrada en la grandiosa Villa Magna.
Dejaron sus pertenencias a un lado.
Comenzaron a inspeccionar un poco las dependencias que la planta baja ofrecía: una enorme cocina, un garaje, un acceso (presumiblemente a la caseta del jardinero) que se veía a las afueras en uno de los extremos del jardín, un aseo grande, la biblioteca y un gran salón.
La distribución de las escaleras se dividia en dos, una para cada una de las alas de la casa.
Marcus exclamó: "Es una buena casa, antigua, como me gustan, tiene de todo lo que necesitamos, incluso algunas cosas más que no usaremos, como el garaje. Veamos que hay en el piso siguiente".
Agatha siguió a Marcus en la subida por una de las escaleras. Los escalones rechinaban en cada una de sus pisadas, comprobaron que eran de buena madera.
Aquella casa, debió de haber costado mucho dinero a quién la compró por primera vez, todo en ella era de primera calidad.
Una vez llegaron a la planta de arriba, vieron un pasillo largo lleno de puertas a cada lado.
¿ Cuántas habitaciones abría solamente en ese ala ?.
Agatha insinuó: "vayamos cada uno por un lado del pasillo abriendo habitación por habitación, tardaremos menos".
Marcus empezó secundado por su hermana.
Abrió la puerta de la primera estancia, estaba vacía, ni un mueble, lo único que encontró allí fué un cuadro apoyado a un lado de una de las paredes.
Estaba cubierto por una paño, Marcus se agachó y quitó el mismo. Lo que encontró lo dejó atónito y maravillado al mismo tiempo.
Era una mujer que llevaba un elegante y atrevido vestido color azul cielo. Estaba apoyada en un balcón. Tenía las facciones muy jóvenes, Marcus calculó que debía de tener entre dieciocho y veinte años. Tenía un pelo negro largo y sensual, unos ojos pardos de mirada profunda y unos labios carnosos que invitaban a besarlos. Era una joven de la que cualquier hombre se enamoraría facilmente.
Dejó el cuadro de nuevo colocado en la pared, pero sin cubrir.
Se acercó a la ventana y pudo ver una parte del jardin y el otro ala de Villa Magna.
Estando a espaldas del cuadro, escuchó algo parecido a un leve chasquido.
Se volvió, la mujer no estaba en el cuadro. Sólo el balcón ...
Marcus exclamó: "¿ qué demonios ?, ¡ no es posible !".
Se acercó al cuadro y lo tomó entre sus manos, no podía dar crédito a lo que sus ojos estaban viendo, ¡ ella no estaba allí !.
De pronto sintió una ráfaga de aire frio detrás del mismo, Marcus se volvió e incomprensiblemente, la joven estaba trás él.
Marcus se preguntaba: ¿ cómo habrá salido del cuadro ?
La joven le miraba y le sonreía con dulzura, Marcus estaba viendo un fantasma de carne y hueso, un fantasma tan real cómo el cuadro que tenía entre sus manos.
Quería darla un beso, sus labios eran una fruta prohibida, sus ojos atraían la mirada de Marcus de una forma mágica.
De pronto, la puerta de la habitación se cerró de golpe y el cuadro empezó ha deshacerse entre sus manos.
Marcus lo tiró al suelo, la madera del marco quemaba.
Abrió los ojos asustado, el cuadro se deshacía como si estuviera cayendo ácido sobre el mismo.
Marcus miró a la joven, ésta seguía observándole fijamente. Sintió el deseo de besarla y lo hizo.
Aquél beso, fué el más helado que nunca hubiera dado en su vida a nadie.
Marcus se separó de la joven, esta miró hacía el suelo, cómo si sintiera que a Marcus se le hubieran congelado sus labios cuando la dió el beso.
De pronto, se movió hacía Marcus atravesándolo.
El frio que sintió en esta ocasión hizo extremecerse hasta el último hueso de su cuerpo.
Marcus extremecido exclamó: ¡ Acabo de ser traspasado por el fantasma de esa joven !
El frio, no hizo olvidar la belleza de la joven, algo que Marcus recordaría siempre.
Esa no sería la última vez, que se encontraría con la mujer del vestido azul cielo.

Escrito por Carlos Them

© Copyright Carlos Them 2007. Todos los Derechos Reservados. All Rights Reserved.

Texto agregado el 03-08-2009, y leído por 86 visitantes. (0 votos)


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