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La Zona.

Parte II.

Pasaron seis meses.
El comandante fué destinado a otro lugar.
Llegó un nuevo comandante, alguien que conocía muy bien el refugio y los alrededores del mismo.
El mismo día que él llegó, también lo hicieron los soldados que debían de ser "fusilados", sentenciados por el tribunal militar del distrito trece.
Las órdenes que venían junto a los papeles de procesamiento de aquellos hombres, habían cambiado, el distrito trece, ya no enviaba a los condenados con el distintivo "fusilamiento", en su lugar se podía leer "Procesar según la ley de ´La Zona´".
El comandante bajó al patio y mandó que todo el mundo estuviera en fila frente al mismo.
Cuando todos se encontraron en formación, se acercó al grupo de condenados y les dijo: "estaís aquí por infrigir las normas del código militar. El distrito de abogacia número trece os ha enviado a este refugio en medio de la nada. Teneis dos caminos para cumplir vuestra condena, uno es morir fusilados, el otro es tratar de pasar el yelmo y conseguir la libertad. Os diré que muy pocos hombres lo han cruzado con vida. Esa es la verdad. Pero tál vez, alguno de vosotros lo consiga, solo necesitais no escuchar, no creer en lo que el yelmo os diga. Si lo haceis, puede ser que os salveis y paseis al lado de la civilización. No me gusta ser un traidor, Yó digo las cosas que pueden ocurrir ahí fuera, porque lo conozco muy bien. Teneis una hora para decidir que hacer con vuestras vidas. Al cabo de ese tiempo, se ejecutará lo que hallais decidido entre vosotros. Esa es mi ley aquí".
La formación se disolvió y el grupo de sentenciados pasó a un calabozo común, a fin de que llegaran a un acuerdo.
La idea de la libertad estaba en la mente de todos.
¿ Por qué una hora para pensarlo ?.
¿ qué es lo que había en ese yelmo, que hacía que el comandante les permitiera conseguir la libertad, sino escuchaban en el mismo ?.
¿ Escuchar qué ?.
Preguntas y más preguntas y ninguna respuesta. Inquietante realmente.
Aunque, tál vez mejor que un tiro certero, sería intentar salvarse en aquél lugar.
Al cabo de la hora, el comandante se reunió con el grupo en el calabozo y les preguntó que habían decidido.
Casi al unísono respondieron: "Señor, si vamos a morir de todas formas, mejor es que lo hagamos intentanto salvarnos, que no atados y vendados indefensos ante un fusil".
El comandante asintió con la cabeza y ordenó que les llevaran ante las puertas del refugio.
Se les entregó un mapa del yelmo, cosa que nunca se había hecho antes.
Aquél comandante no era como los anteriores. El si daba la oportunidad de conseguir salir de alli, al menos, intentarlo con ayuda y buena fé.
Los soldados abrieron las puertas y el grupo salió con la esperanza, tál vez, de la salvación y la libertad ...
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El yelmo, olía a humedad, aquél día había una ligera niebla, ya de por sí uno se perdía allí, pero con esa poca visibilidad que reinaba, el sentido de la orientación era aún más dificil.
Llegaron a una laguna, según el mapa, estaban en el buen camino, la humedad se calaba en los huesos de los miembros del grupo.
Pareció cómo una voz, algo incompresible que semejaba decirles algo en la distancia.
Sabían que no debían hacer caso a nada allí, pero era una voz melódica, algo que se asemejaba a lo humano.
El yelmo daba escalofríos y esa voz era cálida y suave.
Era dificil concentrarse y no escucharla, era cómo una llamada, pero ¿ desde dónde ?.
El grupo trató de agudizar el oído y analizar mejor aquella voz y el lugar de su procedencia.
Parecía venir del otro lado del pantano, miraron la ruta en el mapa, había un pequeño puente sobre este, si llegaban a cruzarlo, estarían en el lado de esa voz.
Llegaron al puente, era de esos de cuerdas, de los que tambaleaban según se iba pasando por el mismo.
A tientas casi, comenzaron a cruzarlo, la humedad mojaba las suelas de sus botas, esto provocaba resbalones, falta de estabilidad sobre aquél puente.
Cada vez se notaba más cerca la voz según iban acércandose a la orilla opuesta, estaban en el centro justamente.
De pronto se abrió un claro bajo dónde estaban, un claro que no era lógico, no había niebla, la niebla se había ido y sólo estaba el agua del pantano bajo ellos.
El puente parecia vencerse poco a poco, cómo si intentara llegar a ese agua.
Los hombres empezaron a acelerar la marcha, aquello no tenía buen aspecto, ¿ por qué de pronto la niebla se había despejado bajo ellos ? ¿ Y el puente ?, bajaba cómo si alguien ó algo estuviera tirando del mismo.
La marcha acelerada, no era algo que se debiera hacer en un puente cómo aquél, los miembros del grupo, resbalaban una y otra vez sobre el suelo de este, sus botas se escurrían con la humedad del agua del pantano.
Dificil situación áquella, la voz ahora, parecía que fuera acercándose a éllos a pasos agigantados.
¿ La voz ó ellos ?, ¿ quién se movía más rapido ?.
En un momento, notaron un calor que venía de debajo del puente, un calor que no era normal, el agua parecía retorcerse, era un espejismo producido por ese calor, como si fuera el efecto de ver a través de una llama.
Eso parecía ser, una llama, que brotaba de entre medias de las aguas, una llama que iba subiendo, el puente no aguantaría el calor, las cuerdas se empezaban a soltar, los hombres se agarraban como podían a las mismas, la voz estaba muy cerca, tan cerca que empezaron a entender lo que parecía decírse en la misma.
"Soldados llegados al yelmo, soldados con el alma manchada por el pecado, el fuego del abismo sanará vuestra culpa, adelante soldados, entrad en la llama y purificaros".
Un surtidor de fuego se abrió y la llama brotó cómo un geiser, comenzando a quemar la madera, las cuerdas y a éllos ...
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El puente se reconstruyó por si mismo, el fuego volvió a bajar entre las aguas del pantano, todo quedó cómo estaba cuando empezaron a cruzar hacia la otra orilla.
De ellos, no quedó nada, la sentencia pronunciada por el distrito trece, fué ejecutada ...
En verdad, nadie se libra del castigo en el yelmo, quienes salieron ilesos, tampoco vivieron demasiado cuando llegaron a la civilización, pero eso es otra historia ....

Escrito por Carlos Them

© Copyright Carlos Them 2008. Todos los Derechos Reservados. All Rights Reserved.

Texto agregado el 03-08-2009, y leído por 102 visitantes. (0 votos)


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