Cuando te conocí era tan solo una niña pequeña, viviendo en época de guerra, en tiempos de avaricia y desamor.

Todo lucia más grande de lo que realmente era, las calles eran interminables y vacías, los parques escasos de vida y el tiempo no nos favorecía.

Tu eras joven, lleno de sueños color tangerina, deseoso de aventurarte por caminos peligrosos.

El arte de escribir nos fue dado como un regalo no para agradar a los demás sino como un consolador, obsequio por haber nacido en esta época.
Buscando la forma de contar historias, de compartir temores y aligerar cargas.

Sin embargo, recibimos más dones.

A ti te dieron el arte de engañar, y me he preguntado como existes sin amar, poco te ha importado hacer menos mis palabras y no te ha dolido mutar sin tregua.
Acampando en mis sueños y mis deseos. Habilidades de scout. Creando música para adormecer tus necesidades de destruir y de generar más ilusiones obscuras.

A mi me dieron luz interna, y me ayuda a mantenerme a salvo de ti.

Creados con diferentes hechuras.

Y en este encuentro de tu mundo y el mío se ha desatado una batalla. He entrado en tus terrenos y he temido porque aún me asombro de la maldad y de la pérdida de la verdad que hay en tu pueblo.
Ha sido fácil entrar en él. Y ha sido doloroso. Erré al creer que debía ingresar para rescatarte pero mis armas no fueron las correctas. Fui ingenua. Me engrandecí, exponiendo mi misión al horror de tu mundo.

Ahora estoy en búsqueda de mi castillo, de mi libertador, estoy esforzándome a ser valiente. Sé que he caminado demasiado, sé que he dejado infértil mi tierra y que la semilla en mí teme ser destruida.

Mírame, háblame, recuérdame las promesas, aquellas que me dieron vida. No dejes que me pierda a causa de él.

Cuando vivía cerca de mi Señor, todo era desconocido, pero no había temor ni dolor. Recuerdo mis ansias de merecer mis dones y mi misión.

Sabiduría y gracia recibí.

Mi misión: ayudar al necesitado, al que espera por ser escuchado, al que anhela el amor.
Hacedora de palabras, de grandes sueños, interprete de alabanza y maestra de horizontes. Con alas de águila, de ojos hermosos, visión de mujer, de luz radiante en mi ser y manos pequeñas para dar sin recibir más allá de lo real.
De espíritu libre, que se adolece por ti
De risa espontánea e ideas revolucionarias
Los niños me buscaban porque podía ver en ellos a mi creador.
Y ellos podían sentir a través de mis brazos su calor.

Hoy quiero volar a ti pero llevo conmigo su dolor, su ira y su desamor. Pesadas cadenas.

Aún puedo creer.

Mi cuerpo, mi alma y mi espíritu siguen siendo tu morada.
Déjame libre, déjame volar a él.
Déjame terminar con esta batalla que no tendrá final.

Y hoy te perdono por engañarme así.
Te perdono para poder recuperar mí
Auténtica misión.
Debo dejar tu mundo.

Esta historia contaré a través de una canción
Para recordarme que lo intente una vez más
Que no fallé
Pero tome mal mi elección.