La luna quieta en su curul desvirga la terquedad de las tinieblas,
la mano del Amor enjuaga mis memorias,
dos caras se idolatran una a otra,
dos caras no se entienden, se distancian,
nacen dos impulsos opuestos en plena euforia de Zoroastro,
pies en la tierra,
ancla en el mar,
y sin embargo vivo,
y no me afecta la amplitud del cielo,
la soga, interminable, oprime mis rincones,
yerta la sombra, extática la luz,
bostezan las montañas,
ruge el océano sus letanías,
soy forastero en un sinfín de lares,
conozco el sol, hoguera que me petrifica.
Rechinan las murallas.
Y me vigila un ciego rostro.
Y sin embargo hay movimiento. |