Y entonces decido despojarme de mis escudos y abandonar mis afiladas y preparadas armas. Mis heridas quedarán expuestas sobre cada parte de mi cuerpo... ya no te las ocultaré. Ataré mis manos para no defenderme y encadenaré mis pies para no huir. Me presentaré ante vos como siempre quisimos; al fin comprendí que así, ya no somos tan distintos. El encuentro es inevitable, ya no hay marcha atrás. Te observo acercarte desde la lejanía... pero esta vez, estoy decidida a amar...
Texto agregado el 02-08-2009, y leído por 197 visitantes. (5 votos)