Letras húmedas


Me Salí de la librería con el libro en una bolsa de papel, tendría que haber sido mas cuidadoso, mas precavido, pero quien me iba a decir que todo esto podría pasarme a mi, a mi que jamás había oído de que algo así le sucediera a alguien. Pero en fin el punto es que con el libro en la bolsa de papel me arranque a caminar desde la Gandhi en Coyoacan hasta la estación del metro donde abordaría para irme a mi casa. Era cuestión de cinco o diez minutos no más que eso.

Mientras caminaba contento por mi compra, porque por fin Borges me pertenecía a mi también, sopesaba el libro un grueso volumen con todos sus trabajos, si muy contento estaba volteando a ver las caras y los cuerpos caminando en todos sentidos en este caos que es la cuidad de México y de pronto sin decir nada el cielo se empezó a tornar gris y sin mayor aviso ni truenos ni rayos ni ninguna indicación se soltó a llover, corrí como si
Corriendo no me fuese a mojar en ese diluvio citadino en el que me encontraba, pero por mas que trate me moje todo, se mojaron mis ropas y se mojo la bolsa de papel que contenía mi Borges mi querido Borges, no quise parar y decidí mejor detener un taxi para que me llevara al cuartucho donde vivía.

Por fin después de tratar por unos minutos se detuvo un Volkswagen y me llevo a mi destino. Al entrar al edificio apreté el libro contra mi pecho y sentí la bolsa casi deshaciéndose, pero no fue sino hasta que ascendí las escaleras y entre en mi cuarto que metí la mano en la bolsa y extraje el libro.

Las páginas todas se habían humedecido y las letras que con tanto orden Borges había puesto juntas para formar historias y poemas se habían desprendido.

Eran solo un nudo de letras revueltas y sin sentido.


Jorge P. Guillén.