Sin duda alguna, el territorio donde vivía la joven Sihad, huérfana desde hace tiempo, era desde el punto de vista geográfico, inhóspito, desértico, y fue de hecho muy conflictivo a lo largo de toda su historia. Ella vivía en un país, Afganistán, que pasó por las manos de griegos, turcos, árabes, mongoles y persas, entre otros; cuando fue colonizado por los árabes, introdujo la religión islámica, que hoy representa la creencia del 90% de la población.
Ella vivía entoces en un entorno semidesértico, montañoso, cuyas únicas zonas fértiles estaban ubicadas en los valles de los ríos, y las principales actividades fueron hasta el siglo XX, el pastoreo y el cultivo del opio. La geografía de este territorio árido, alberga alguna de las cumbres más altas de la Tierra. Pero esa variabilidad entre llanuras y montañas, ha fomentado su división y a la vez la resistencia a las invasiones.
Rusia invadió a Afganistán en 1979, les fue imposible sostener la invasión y tuvieron que retirarse en 1988.
Sihad era una niña, cuando debió abandonar los territorios donde había nacido, pero a su vez ya no le quedaba nadie, para buscar otros horizontes. Para ello, se integra a un conjunto de compatritas suyos que decide irse a Pakistán.
Tarea llena de riesgos, dramática desde todo punto de vista, el cruce de áridas montañas, la falta de alimento, la sensación de estar absolutamente sola en medio de la nada, a pesar de que su religión, según el Libro sagrado del Corán se iba a encargar de protegerla y de guiarla.
Varias vecees se detenían durante el viaje para practicar el salat u oración islámica, pero esa tarea era digna de ser solamente practicada por los hombres, ya que las mujeres estaban excluidas. Así lo indicaba la frase de manera contundente “El salat es anulado por un perro, un burro, y una mujer” (si pasan en frente de la gente rezando). Esta frase se le asigna a Alá, según Mahoma quien se lo transmitió a su primo Abu Dharr. Los hadices o dichos del profeta, se encuentran n escalón por debajo de lo que está escrito en el Corán, por lo que aún se sigue discutiendo.
Sin embargo el hadiz, no es contra todos los perros, sino específicamente contra los perros de color negro los cuales son considerados demonios. La oración también quedaría malograda por la distracción que genera la saliva de un perro y por la presencia de un judío.
Pero, a pesar de todo ello, una vez instalada en el campamento en un lugar recóndito de Pakistán, Sihad, encuentra mientras rondaba lor los alrededores un perrito negro. Lo escondió bajo el chador que venía usando y lo ingresó en la tienda.
Allí lo alimentaba como podía, mientras nadie, obviamente la veía, y lo acariciaba de forma permanente para que no hiciera ningún ruido que delatara su presencia.
Sin embargo, todo lo que estaba ocurriendo en Afganistán, Pakistán, Irak y países vecinos, provocaba la atención mundial. Claro que la guerra que pasó de ser convencional a constituirse en irregular, con atentados realizados por coches bomba, y terminando en hombres y mujeres “bomba”, que cargados con explosivos, eran verdaderos misiles humanos, prococó que muchos reporteros en el mundo viajaran al lugar donde se encontraba Sihad.
Se diría que la mujer bajo estos puntos de vista no es más que un objeto que carece de derechos, al igual que ocurre con un animal o un esclavo de otras épocas. Y este hecho fue comprobado por un corresponsal de guerra francés, Richard Montiel quien fue enviado hace unos años atrás para cubrir uno de los conflictos bélicos en busca de la resolución del enigma del porqué se comenzó a utilizar también a la mujer como “misil”, luego de emplear al hombre durante tanto tiempo.
Concretamente, trabó amistad con ciertos lugareños y pidió a uno de ellos que le facilitara los caminos para poder cubrir específicamente algún hecho característico de la zona, a la vez de hacerle de intérprete. Su idea era clara y concreta. Quería tener alguna hipótesis al respecto, ya que nadie quería emitir opinión. El intérprete que se ofreció, dijo que deería vestirse como ellos y lo llevaría a un lugar para conocer de que forma se vivía y quizás hacer alguna pregunta.
Es así que en cirto momento, irrumpen en la tienda del campamento varios musulmanes, entre los que se encontraba el periodista.
Es así como consigue llegar a la humilde tienda donde habita Sihad. El corresponsal, comienza a preguntarle las razones que llevan a las mujeres para ofrecerse como mártires de guerra, frente a lo cual, la joven le contestó que su pensamiento le indicaba que los ataques perpretados por mujeres-bomba suscita menos sospechas que si es un varón y que además, levantan el ánimo de los grupos de combatientes suicidas. Pero mientras hablaba, se sienten los ladridos del perro que ella llevaba escondido entre sus ropas.
Ella lo miró horrorizada, estupefacta, y el terror la enmudeció. Detrás de Richard Montiel estaba el resto de musulmanes, que se harían cargo inmediatamente del animal. El fotógrafo sacó la foto y junto con unos de los intérpretes y guía a la vez, huyó despavorido frente a la posible tragedia que estaba por ver si se hubiese quedado. Por supuesto que ese era el objetivo de Richard, que conforme vió la escena, ocultó la cámara fotográfica que había utilizado para sacarle una foto a la joven entre sus atavíos árabes. Luego, Richard no lo pensó dos veces, saltó por una ventana cercana, evitando así la represalia que podría desencadenarse sobre él.
Reveló luego la foto, que plasmó la variedad de sentimientos, tal vez algunos ellos encontrados, que ella los manifestó a través de su mirada. Anhelo de justicia, deseos de vivir una vida plena como mujer, sin violencias y dogmas inexplicables que la angustiaron desde que tuvo uso de razón. Richard aprovechó también a negociar el rescate del perro que se llevó consigo de retorno a su país junto con las fotos.
Únicamente el tiempo, podrá decirnos cual será el destino, el de la joven y el de millones de mujeres que viven situaciones similares de grave carácter discriminatorio.
Liliana Lombardi
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