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(Continuación de la "Leyenda del León")
La leyenda del León
Capitulo 1: Ojos dorados

Alguien o algo de al menos tres metros de alto se encontraba entrando a la ciudad de Loregan o más bien el pueblo costero Loregan, este lugar era famoso por la facilidad con la que atraía a la gente, sus claras aguas marinas, el clima cálido que se mantenía prácticamente todo el año, las grandes palmeras que ofrecían sus sombras a aquellos que se recostaban contra ellas o se armaban unas improvisadas hamacas, que entre la brisa marina y el suave calor uno podía dormirse fácilmente. La gran mayoría de las casas se encontraban en la playa o alrededores, las más cercanas al mar se encontraban construidas sobre fuertes pilotes elevándolas del suelo al menos un metro, en cambio las más alejadas eran unos elaborados bungalós hechos de unos pinos que abundaban en un bosque al este del pueblo, el techo estaba hecho de hojas de palmeras que eran amarradas entre sí por unas fuertes cuerdas y unos andamios de ramas labradas de tal manera que uno no veía corteza en ellas.
Bien, retomando lo antes dicho “algo” de al menos tres metros de altura se encontraba ingresando al pueblo, aquel visitante estaba completamente tapado por una capa de viaje de enormes proporciones que no dejaban ver rastro alguno de piel, su cara se encontraba igualmente tapada por una gran capucha, sin embargo unos ojos dorados refulgían con fuerza, estos tenían rendijas semejantes a la de los gatos. En su hombro derecho colgaba una mochila de viaje tan cargada que a duras penas dos hombres fuertes podrían haber levantado, pero él la llevaba casi como si no fuese consiente del peso que llevaba. Su andar parecía pesado pero de alguna manera rápido.
Los niños lo miraban con admiración pasar y paraban sus juegos para verlo, las mujeres lo veían con clara desconfianza y se apartaban de su camino a penas lo vislumbraban, los hombres, fuertes pescadores e intrépidos marinos actuaban de manera similar a las mujeres aunque estos no dejaban ver su preocupación y fingían risas, mientras hablaban entre sí cuando en realidad se encontraban mirando de reojo al extraño, cosa que era bastante comprensible ya que muchas de las criaturas que alcanzaban tal altura eran ogros y las temidas gárgolas ancianas (ninguna era una bestia benigna, y por lo general eran bastante destructivas), así que de decidieron quedarse a observar que pasaba, decididos a entrar en acción al mínimo movimiento que ellos consideraran peligroso o atrevido.
Sin embargo a aquel gigante poco parecía importarle la reacción de la gente al verlo y siguió caminando hasta llegar a una construcción especialmente grande, no era como los bungalós, esta era una casa de hospedaje. Tenía tres pisos, y en total debía de entre quince y veinte metros, estaba hecho de madera de pino y labrada como la mayoría de las otras viviendas, podían verse barias ventanas rectangulares, algunas con las cortinas puestas y otras corridas, la puerta principal, una grande de dos metros y medio de doble paleta tenia trabajada en el medio una jarra de cerveza y una cama bastante detallados cosa que automáticamente llevaba a pensar en artesanos elficos o enanos (siendo muy difícil el segundo ya que estos preferían trabajar el acero y la piedra, pero en estos tiempos por unas monedas de bronce o plata ¿Quién sabe?).
El enorme extraño miro la entrada por unos segundos, como si le costara decidirse en entrar o no pero al final lanzo un pequeño bramido de resolución, dio un paso adelante y abrió la puerta.
El interior de aquella posada era bastante animado, había un total de diez mesas y cuatro camareras bonitas camareras que servían a los números clientes que bebían y comían mientras hablaban en voz alta alegremente, aquel comedor se encontraba bastante iluminado por la luz del sol que penetraba, cálida, por las múltiples ventanas que daban vista a la calle y playa.
Pero lo que realmente llamo la atención del observante fue una de las que atendían, aunque esta se encontraba detrás del mostrador, a su izquierda se encontraba la escalera que llevaba a los pisos superiores, y a su derecha había una puerta que probablemente conducía a la cocina ya que de ahí se veía salir a las camareras con los variados platos a los clientes (la mayoría era comida tropical, como por ejemplo cerdo asado, cerveza, frutas, etc.).Bueno ahora volviendo a lo importante, aquella chica que había llamado la atención del extranjero era una joven de cabellos que se asemejaban a hebras de oro, de ojos azules claros, una cara bastante bella como si los mismos dioses se hubiesen puestos a tallar a lo que sería su mujer ideal, su expresión era la de alguien despreocupado que esperaba a que la tarde terminara o que su relevo llegara, como si nunca hubiese tenido que preocuparse en su vida por algo realmente importante, sus orejas terminaban en punta cosa que confirmaba su procedencia elfica (cosa bastante rara ya que los elfos eran pocos, debido a la guerra que había ocurrido hace cincuenta años contra una enorme fuerza desconocida ya que no hubo sobrevivientes en aquella batalla, y al enterarse de esto las otras ciudades elficas que se encontraban en el corazón de los bosques, serraron cualquier trato con las otras especies al cerrar sus fronteras a cualquier extraño, y intentar entrar sin el permiso personal del rey o jefe del lugar conllevaba a conseguir problemas que variaban desde leves a bastante graves e incluso la muerte, por eso verlos era algo bastante poco común incluso raro, pero ver algo como una elfa trabajando en una posada era algo realmente impresionante), su cuerpo bien desarrollado y delicado se encontraba vestido con una ligera camisa verde hoja con una falda del mismo color. Pero lo que realmente la hacía hermosa a la vista era un aire de vitalidad que le realzaba todos sus atributos femeninos dándole un aura de pureza y energía.
Todo esto fue lo que vio el extranjero antes de transponer el umbral, y cuando lo hizo tuvo que encorvarse ya que si bien esa puerta podría haber dejado pasar a un hombre enorme tanto en corpulencia como en tamaño no era lo suficientemente grande como para nuestro personaje. Una vez dentro aquel extraño fue presa de las miradas furtivas y desconfiadas, las murmuraciones y curiosidad general aunque tal como en la calle el extranjero ni siquiera se inmuto por esto y siguió caminado pesadamente hasta el mostrador donde le hablo a la elfa que lo observaba casi impasible cosa que llevo a asombrar más al gigante debido a su falta de discriminación, su voz parecía la de un animal, gutural y rasposa, como si sus cuerdas vocales no estuvieran acostumbradas a hablar el idioma común
-Quisiera pedir algo de comida y una habitación para pasar esta noche-
A la joven le costó bastante entender estas palabras que eran soltadas tan bruscamente, y a los demás les debieron de malinterpretar ya que algunos se levantaron a auxiliar a la muchacha en caso de que necesitara ayuda, cosa que el gigante o no noto o no le importo porque siguió hablando como si nada
- Dime rápido cual será mi mesa y también mi habitación, necesito comer rápido y descansar ya que mañana debo irme a las primeras indicaciones de la madre Gaia-
Si bien lo que él dijo no era una amenaza ni nada parecido, a lo sumo un pedido algo brusco pero nada más, uno de los hombres presentes, algo bebido para la hora del mediodía que era, se levanto bruscamente y con paso lento se acerco al extranjero y le espeto
-¿Qué le dices a nuestra Ana? ¿Acaso quieres pelea? Solo porque seas grande no quiere decir que no pueda ganarte.-
Y se puso en guardia, y amenazaba con el puño al extraño que ni siquiera lo miro, en cambio la joven intento tranquilizar al borracho
-Tranquilo Earl, el no me ha dicho nada malo, solo habla un poco brusco nada más-
Pero este no le hizo caso y volvió a amenazar al extranjero esta vez con palabras más crudas, sin embargo nuevamente fue ignorado, mientras el gigante volvió a hablar con la joven esta vez con más impaciencia
-¡Por favor apúrese!-
-¡No me ignores y déjale de gritar a la pobre mujer bastardo!-
Esta vez Earl le lanzo un puñetazo a la espalda del extranjero que ni siquiera lo movió
-Señorita ¿Cuál fue el precio de aquella puerta? La de la entada-
Pregunto el extraño con un ligero tono de exasperación y Ana le contesto algo preocupada
-dos monedas de plata ¿Por qué?
Como respuesta el gigante se dio vuelta de golpe y dio un manotazo de tal magnitud que el borracho voló hasta la entrada y se golpeo contra la puerta tan fuerte que arranco a las dos paletas de los goznes y el siguió rodando hasta la mitad de la calle…
-esto debe ser suficiente para pagar todo, la puerta, la habitación y la comida-
Y rebuscando en los bolsillos de su gran abrigo unos segundos hasta que encontró lo que buscaba y lo deposito sobre el mostrador, era una gran moneda de oro
- Si no le molesta me iré a esa mesa vacía, la que está al lado de la ventana aquella-
Y el extraño se acerco a la mesa mientras todos lo miraban atónitos, y en la calle la gente se reunía para ayudar al pobre hombre que se encontraba todo lastimado y de paso enterarse de que había pasado, mientras que él simplemente se sentaba y dejaba su bolso al costado izquierdo suyo, todo esto lo hiso como si no hubiese ocurrido nada.
Cuando el extraño recibió la comida, prácticamente la devoro mientras le pedía a una de las meseras que le trajera una jarra con agua, cosa que ella hizo rápido y cuando esta se la trajo el extraño se la arrebato de las manos y se la tomo rápidamente mientras que la camarera comentaba tímidamente
-Es raro que alguien nos pida agua por lo general es cerveza o vino-
-No tomo.
Fue la fría respuesta del gigante que después de tomar ávidamente el agua que le fue servida en una jarra pregunto
-¿Cuál es mi habitación?-
-Es la 6, se encuentra en el segundo piso. Es bastante amplia y tiene…-
-Me sirve
Y nuevamente corto el renovado intento de sacar conversación, para levantarse, agarrar su pesado bolso de viaje y subir escaleras arriba, mientras que la camarera se quedo pensativa en el lugar hasta que Ana se le acerco por atrás y le pregunto
-¿Qué pasa? ¿Te preocupa algo?
La joven se encontraba tan metida en sus pensamientos que se asusto cuando la elfa le hablo
-No, no es nada importante, solo que le vi la mano al cliente, es enorme tiene un pelaje marrón oscuro, además esta “mano” está provista de unas garras impresionantes, debo confesarle que me dio un poco de de miedo, aparte ¿Usted vio su fuerza? La raza que más se acerca a lo que vi en él son los Garyu (hombres lobos), sin embargo nunca escuche de uno tan grandes…-
Ana reflexiono sobre lo que su compañera le había revelado pero le respondió despreocupada
-Tranquila él no es malo-
-¿Cómo lo sabe?-
-Esos ojos dorados me lo dijeron-

Continua en capitulo 2:Las bestias sagradas

Texto agregado el 29-07-2009, y leído por 188 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
16-08-2009 En éste capítulo lo que más se destaca son las descripciones, dan una buena noción del mundo en que se desarrolla la historia y los personajes. Algunas cosas sin demasiada importancia para resaltar... cuando describís las reacciones de las personas respecto al personaje generalizas demasiado. Es decir, no todas las hombres harían exactamente lo mismo, ni los chicos ni las mujeres, es decir, tranquilamente alguna mujer podría haber sentido curiosidad/ admiración como uno de los chicos, no se si me explico bien. Obviamente no se puede describir la reacción de cada persona porque sería imposible, pero se podría evitar la división por sexo o edad. Otra cosa sin mucha relevancia para comentar sería que en alguna que otra parte, te vas mucho del tema. Por ejemplo, cuando contás que al personaje le llamó la atención la elfa del mostrador me pareció sobrante la parte de la comida porque ,de alguna forma, desorienta un poco. En éste primer capítulo, al igual que en el prólogo, me gustaron mucho las metáforas y demás. Muy bien elegidas las palabras y bien narradas las acciones. Me quedo con la frase final "-Esos ojos dorados me lo dijeron-" Excelente! Tewen
 
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