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Lluvia. Otra vez la lluvia.
Las personas se esconden en sus casas y dejan casi desierta una ciudad acostumbrada a su constante ir y venir, a su recorrido casi diario de gente por las calles que la forman.
Sin embargo, tal vez por la lluvia, tal vez por el frío, casi nadie está a la vista ya.
Las plazas y los parques solamente tienen el movimiento del viento y de las hojas, con sonidos muy lejanos al griterío incesante de la infancia tan característicos.
Lluvia. Otra vez la lluvia.
Tu mirada resplandecía cuando el sonido de los truenos anunciaba lo que sucedería. La emoción que tenías cuando corrías para salir, sin ningún tipo de abrigo, a mojarte en lo que según vos era “una bendición del cielo” era casi contagiosa, o al menos admirable.. Saltabas y correteabas como si estuvieras loca, como si fuese necesario para vos desafiar lo que tenías prohibido de chica y de repente tuvieras la oportunidad. Y verte sonriendo bajo la lluvia, feliz, formaba un arco iris en la foto.
Lluvia. Otra vez la lluvia.
Las luces de los autos juegan con su reflejo en los adoquines completamente empapados llamando la atención, casi hipnóticamente, de las pocas personas que se animan a cruzar las calles, que se ponen en peligro por estos pequeñas desatenciones. Los comercios permanecen cerrados, más allá de sus horarios habituales. Los comerciantes buscan el abrigo y el calor en sus casas, cerca de las estufas.
Lluvia. Otra vez la lluvia.
Salías de un bar apurada cuando te vi por primera vez, cuando casi me chocaste en tu apuro por salir de ese lugar. Me acuerdo que patiné en el agua y no me caí de milagro, y que cuando, enojado, levanté la cabeza para reprenderte por ese apuro peligroso que llevabas me encontré con tu rostro y me vi en la necesidad de reprimir todo mi enojo. Levantaste y me diste mi paraguas y te fuiste, tras disculparte, camino hacia la avenida. Ese bar que nos hizo conocer sería muy importante en todo lo que sobrevino después entre nosotros.
Lluvia. Otra vez la lluvia.
Los pilotos y los paraguas se ven cada vez más oscuros, haciendo juego con la tonalidad del día. Al parecer, los colores han ido tornándose más oscuros y más fríos con el correr de los tiempos para los días lluviosos, quizá porque tal vez haya cierta necesidad social de mimetizarse con el ambiente y lo oscuro esté bien para la lluvia y los colores vivaces se vean mejor en sombrillas y mallas, artículos más amigos del sol. Ni siquiera las playas son una excepción a esto. No es el lugar, evidentemente, sino el clima.
Lluvia. Otra vez la lluvia.
Los libros que traías y las cosas que te gustaban eran una invitación a disfrutar tu compañía. Me hiciste interesar por tantas cosas que nunca hubiera pensado que podrían llegar a llamarme la atención que se me dificulta contarlas. Cada reunión era una esperanza de volverte a ver y cada despedida, una tortura menguada por otra esperanza: la de volver a verte.
Lluvia. Otra vez la lluvia.
En la lejanía, una madre reta a su hijo por pisar un charco y empaparse todo el pantalón. Como si los nenes se preocuparan por cosas como esa en sus juegos imaginarios en los que cruzan ríos para poder llegar salvar el mundo tras derrotar al malo de turno. Definitivamente, el mundo de los adultos y el de los niños es otro. Me pregunto en qué momento uno cambiará de mundo.
Lluvia. Otra vez la lluvia.
Las lágrimas compartidas, aunque en desigual medida, llegaron a su punto cúlmine luego de ese aterrador sonido de trueno. Era una clara señal del final de una historia que tanto significado tendría para mi vida, a pesar de lo poco que había durado para el frío calendario que colgaba detrás del mostrador del bar. Me dijiste lo que necesitaba escuchar y no quería, porque supuestamente sería lo mejor para mí, sin darte cuenta de lo hiriente que eso resultaba, a pesar de la razón que tenías. La lluvia caía con fuerza, por dentro y por fuera, y los vidrios recibían el continuo y doloroso repiqueteo de gotas que pugnaban por romper toda resistencia…hasta que finalmente todo terminó.
Lluvia. Otra vez la lluvia.
Hay historias que empiezan y terminan con las lluvias y hay otras que simplemente reviven ante el primer chaparrón.







Texto agregado el 29-07-2009, y leído por 88 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
29-07-2009 historia comun pero real. me gusto fabiandemaza
 
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