HONORES A SARA
Sara Sefchovich
Libro: Demasiado Amor. Pág. 176.
Narrativa actual Mexicana
Me doy el lujo de darle un titulo a esta carta…


17 DE Octubre
Hermana:
¿Cómo estas con tus muchos hijos? Espero que te sientas bien, pues aunque feliz, te imagino cansada. Supongo que la casa sigue bien, aunque ahora ya no es de huéspedes. Ahora que le vas a pedir el cuarto al francés, para tu familia que crece, ya nada más van a quedar Palma y Luigi con sus hijos, que en realidad son como tus hermanos. Apuesto a que ni renta te pagan.
Quería felicitarte por tu día (ya perdí la cuenta de cuantos años cumples) y responderte a una carta que me mandaste desde junio (agradeciéndome la tarjeta por el cumpleaños de mi ahijada) y que no había tenido tiempo de escribir.
No es cierto, hermanita, que mi vida sea de novela. Las novelas mienten y mi vida es pura verdad. O al menos de lunes a jueves porque los fines de semana si se convierten en cuento, en sueño, en ilusión, en fantasía, en mentira y últimamente hasta en locura y dolor y duda por causa del amor.
No, hermanita yo no podría ser personaje de ficción porque no soy ni alta ni delgada, no tengo las piernas largas, ni el vientre liso y los pechos pequeños y duros, ni los ojos azules ni el pelo rubio y lacio como tienen todas las heroínas de los libros y de las películas, ni soy negra para que los escritores se puedan explicar mi calentura, ni blanca para que justifiquen mi atractivo. Tu sabes bien que tengo mi buena pancita, unos senos enormes que se caen por el peso, unas nalgas redondas apoyadas en muslos bien anchos y en piernas cortas, la cara redonda y el pelo oscuro, cortado hasta arriba de las orejas. Tu sabes que nunca uso maquillaje (solo una vez cuando me hicieron una cicatriz) ni joyas y adornos, ni pestañas postizas y labios rojos, ni tacones y uñas pintadas, ni nada de esas cosas que se supone atraen de las mujeres. Pero creo que eso es precisamente lo que les gusta tantos clientes.
Conmigo no se sienten obligados a hacer proezas, a presumir ni a mostrar nada, sino que rápidamente entran en confianza. ¿Sabes como me dice mi amigo el poeta?: “Una piel mestiza llena de rincones y rugosidades, amplias carnes calidas capaces de alojar, y unos senos que inspiran y dan tranquilidad”. A mi nadie tiene miedo de descomponerme algo, de despintarme, de despeinarme. Conmigo son libres de verdad. Si se acercan tímidos, van perdiendo poco a poco su vergüenza. Si se acercan presumidos o violentos, van abandonando su prepotencia, su miedo. Buscan mi carne, pero no mi ropa interior. Buscan mis labios pero no mi bilé. Me buscan a mi, porque lo que yo tengo es lo que ellos