I
Por que la noche a de callar,
la lujuria placentera de aquellos amantes,
que entre sabanas se entrelazan,
y se absorben.
Pues la oscura serenidad, en sus formas delicadas
vocifera exigiendo que su encanto,
sea eterno,
y que al malherido poeta acurruque en su lecho,
como uno más.
II
Eterna noche,
déjame exprimirte brutalmente,
absorber el rocío de tu amor,
y perderme en tu intensa lujuria.
Quiero morir entre tus brazos,
y estrecharme en el azur de tus ojos,
mujer en celo que me quemas,
oprime mas mi alma,
que por ti brama desde eternas eras.
Y aunque el alba nos obligue a olvidarnos brevemente,
y nos carcoma,
y nos derruya el alma, en opacos esbozos.
Llegara un día la alborada,
el apacible ocaso,
en donde, bajo el ala piadosa,
de una sombra abrigadora
nos amemos inocentes
y corramos fugitivos, a la larga espera,
de volvernos a encontrar.
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