Inicio / Cuenteros Locales / La_columna / Brújulas muertas. (De mi columna de los lunes, días difíciles si los hay) Por MCavalieri.
¿Qué se hace con la vida cuando llega el cambio?
¿Qué ocurre con lo pautado? ¿Qué ocurre con el silencio y las palabras?
¿Hacia dónde apunta la brújula? ¿Cómo orientarse una vez que uno salta fuera del corral?
Cuando se suspira por aquello que queda atrás, la tristeza intenta ocupar su lugar peleándole al asombro y al soñar con ojos bien abiertos.
Lo planeado se escapa, nada de lo conocido orienta, la brújula gira loca y las palabras se diluyen en el silencio, inexpresables e incomprensibles.
No hay norte cuando el tiempo obliga a una muda de piel, imposible quedarse quieto, se debe avanzar aun sangrante. ¿Hacia dónde?
Difícil encontrar el extremo del hilo de Ariadna. El laberinto invita.
Los suspiros insisten; el regreso todavía es posible. ¿Es posible?
La certeza del vacío se presenta, desgarrante, con jirones de dolor y amargura. ¿Se podrá seguir así?
Algo se rompe en el interior de quien se va. Algo se parte en el interior de quien se queda. No hay diferencias, sólo distancia, casi una sensación de muerte.
Muerte o transfiguración. ¿Da lo mismo? Ya no lo sé.
Dudo algunas veces en que se pueda elegir, atado a viejas voces, ásperas lenguas que me llevan a un constante retorno. Retorno. ¿Hacia dónde? ¿A una memoria sin fronteras? ¿Encerrada en sí misma?
Ya no lo sé.
¿Hacia fuera? ¿Será posible? ¿Habrá manos que se extiendan, o rictus crispados con la censura pronta?
Creo adivinar un amable silencio adornado con palabras sutiles. No sé si existe, pero lo quiero, lo deseo, lo provoco, lo tomo entre mis manos, lo modelo, adquiere una forma que no llegué a imaginar ni en mis noches de insomnio. Ya no hay retorno.
Despierto. Las sombras se retiran poco a poco. Nada se vislumbra ahí que pueda ser reconocido. Adivino el viento sacudiendo copas de árboles. La luz se asoma perezosa a través de la bruma. Cierro los ojos y los fantasmas ruedan desde sus lechos con inquietud de muerte. Parpadeo. El temblor del alba me deslumbra. Las sombras blancas aúllan dispuestas al embate final.
Despojado de piernas camino hacia la luz. El pecho abierto en canal. La boca aspira con voracidad renovada. Los ojos no miran, sólo son dos brújulas que marcan el norte. Ya no quedan sombras detrás de la mirada.
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Texto agregado el 31-05-2004, y leído por 344
visitantes. (5 votos)
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Lectores Opinan |
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03-06-2004 |
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Cuando se escribe desde lo profundo, uno debe sentarse y "escuchar".
Agregar algo, luego de todo lo que ya han acertadamente comentado abajo, resultaría tan tenue, que no quebraría la primer oleada.
Solo colocaré en este mar hermoso y amplio que nos permites contemplar dos boyas pequeñas.
La muda da alas a la crisálida, la falta de horizontes, permite que se deje acariciar por las brisas suaves.
Un fuerte beso. Pedro. carloel22 |
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02-06-2004 |
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Buen escrito, titulo buenisimo. Te propongo eliminar todas las frases que hablan de la brujula y que se sienta solo el alma de ese instrumento. Ganara grandeza. Saludos. jeckill |
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02-06-2004 |
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Has trazado una geometría muy particular sobre las incertidumbres, debe ser muy difícil dar un paso y saberse estar en lo cierto; siempre quedan dudas y posibles horizontes que miramos con el rabillo del ojo. Saludos. nomecreona |
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01-06-2004 |
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Averaveraverrr... Varias cositas, pero me detengo en dos, sin ambiciones, sólo parar a tomarse una café: el cambio y el extravío. POrque de los dolores y penas ya tenemos. Pero con el cambio..., sucede aquello que se escapa al plan. Muchas veces, que bien que el plan no se cumplió, aun cuando los sueños fuesen culpables de la concepción de ese plan. Y el andar perdido. Siempre he considerado un lujo andar a la deriva, lo aprovecho, no siempre se anda perdido. Son otras las defensas, los ojos y sus miradas, todo es nuevo, asusta y entusiasma. Así es que, como verás las brújulas no son mi especialidad, más bien los senderos que parece que van a no sé dónde... venicio |
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01-06-2004 |
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"...Y a medida que la luz adquiría intensidad, rebaños de sombras aparecían ante ella y se aglomeraban, replegadas sobre sí mismas, formando mil dobleces, expectantes, al fondo." (Las Olas, Virginia Woolf).
Gracias, Melina. albertoccarles |
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