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UN CAMBIO DE ESTILO

Siempre sentí un orgullo especial por la escuelita de fútbol del club. Se sentía muy bien cuando escuchabas decir: “Los pibes que saca la lombriz son de lo mejorcito de las inferiores”… que se escuchaba bastante en la provincia, era una cosa asombrosa verlos jugar en ciertos casos porque los pendejos tenían una visión de juego que los adulto muchas veces no tenemos. Había un rubiecito que creo que todavía juega, categoría ’89. La dejaba chiquitita. Era de esos nueve que muchas veces buscas, buscas y no encontrás. Iba a la pelota por todos lados, a donde estuviera el esférico, el estaba a unos metros y te la pedía.
Yo no salí de las inferiores del Atlético pero me encantaba verlos, entrenaban después que nosotros en unas canchas al costado de la nuestra. Grandes valores del fútbol nacional e internacional salieron de nuestras inferiores. Yo los vi jugar, y compartí cancha con ellos.
Supimos tener por ejemplo al “Toli” Andrade, ese sí que era un jugadorazo, goleador nato. Lo recuerdo perfectamente, me impresionaba la habilidad para el gol que tenía, y eso que era un cinco atrasado, pero el pocas veces estaba donde tenía que estar, siempre se mandaba al área. Por ahí era un poco morfón, se la dabas medio cerca del arco y no la soltaba hasta clavarla. Muchas veces le gustaba probar de afuera y la mandaba a la tribuna, pero para mí era un ídolo. Más de una puteada se comió cuando nos entotoraban de contragolpe por su culpa, pero era un pibe, no se le podía decir nada si con unos años más, todos sabíamos que nos iba a sacar veintidós mil vueltas a todos.
Cuando yo me fui de préstamo a Defensor de Perú que creo que jugué en total menos de treinta minutos porque el técnico, un panameño hijo de diez mil putas, decía que para tener un dos que saliera hasta la mitad del campo a buscar la pelota, no pusiéramos nada. Claro, el panameño pelotudo nunca había visto a un libero con huevos. Qué va a saber de fulbo un boludo de esos que seguro se la pasaba viendo béisbol y esas otras pelotudeces que le gustan a ellos. Ni en pedo van a saber algo de jugar a la pelota, no les gusta, es más yo no sé cuantos equipos pueden tener en ese país porque nunca los ves por la tele, o alguien ve los goles de la liga panameña, deben ser seis, ocho, no más de eso porque si no, los pasarían por la tele, a veces muestran como va el torneo Boliviano. Hasta los goles del nicaragüense pasan y yo los veo con todo gusto, pero ni en pedo, ni en pedo vería los goles panameños…
La cosa es que cuando me harté, me tuve que volver a Salta, la temporada estaba a la mitad y encima el Atlético estaba penúltimo, había que ir a echar una mano.
Por supuesto que yo no sabía como mierda habíamos ido a parar al fondo de la tabla con los jugadores que tenía y sobre todo con el “toli” aportando sus huracanadas de goles.
La sorpresa que me llevé en el primer entrenamiento me dejó helado…
Claro, yo pregunte por el Gonzalito Andrade y me dijeron que se lo habían llevado poco después de que yo me fuera.
Algunos decían que lo querían del Sevilla de España y no era para asombrarse, esos pibes con un poco más de entrenamiento los haces ganadores. Pero otros afirmaban que estaba en un equipo de la segunda división brasilera, que era titular y todo. La verdad es que a ciencia cierta, nadie sabía a donde estaba.
Llegó el primer partido para mí, pero ya era la fecha siete mas o menos, en un torneo de catorce fechas mas el reducido. Era necesario ponerse las pilas y empezar a obtener puntos lo antes posible. Existía la posibilidad de alcanzar el ascenso y yo, el más optimista de todos, lo tenía como meta, descender, descendía el último, o sea que hasta ese momento nosotros estábamos en una tranquila promoción.
Yo estaba como loco, iba a todas las pelotas y las revoleaba al carajo. Nos fuimos al entretiempo 0-0 pero nosotros habíamos tenido varias situaciones, ellos con pelotazos insulsos intentaban pasarme pero era peor. Yo las bajaba de pecho y las despejaba con mi zurda. Mis compañeros me felicitaban, también me la pedían pero si yo quería hacer un pase seguro que se la regalaba al otro equipo. Era menos arriesgado mi método.
El técnico me lo dijo: “Boby, estás jugando muy bien, con una concentración impresionante, pero no podes poner bombazos toda la tarde porque le quedan a ellos y vuelven a atacar... Tenés que jugar… ¿Has visto a los defensores centroamericanos? La reciben y se la dan al compañero mas cercano, al seis o al cuatro en tu caso, ellos la van a saber distribuir, a lo centroamericano, Boby, así…”
Y a mi me sonó “ a lo panameño, Boby, a lo panameño”
Se me envenenó la sangre, salí del vestuario con los dientes apretados. El técnico me miró interrogante como para que le corroborara que había entendido y que centroamericano iba a ser mi juego.
Cambiar mi estilo defensivo, por favor... si me dijeras que íbamos perdiendo, que me había hecho uno en contra, no se…
A los cinco, del complemento por supuesto, se vino un centro, por la derecha, la jugada había empezado por un error en la mitad de la cancha, un veterano que lo habían traído de Chile, grandote pero medio cagón. Sin proyección, un inhábil, remplazando a mi ausente ídolo.
El once de ellos mete el centro, arriba, la tuve que cabecear al corner porque los otros diez estaban atrás mío esperando un error. No se que hacían ahí si sabían que yo, pelota que agarraba, pelota que sacaba del estadio.
Miré a mis compañeros pidiendo una explicación de porqué esa pelota boluda había llegado hasta ahí, sobre todo al marcador de punta que no le puso la pata, Miguelito.
Viene el corner, cerrado y a media altura, medio buscando el olímpico, la paré con la derecha y ya estaba por sacudirla con la otra. Ahí me acordé y después de un tremendo amague que le hice al nueve- cabe destacar que se agachó con las manos en la cabeza- la pasé, se la di al cuatro, obediente, yo nunca había visto que en Centroamérica se jugara así, pero al técnico se lo respeta, para eso esta ahí, siempre y cuando sea argentino por supuesto…
La cuestión de acá es que se la di para el orto la pelota, el nueve se paro, dio media vuelta y la mandó a guardar. Yo no me la podía creer, así de simple, pegó media vuelta y la puso al primer palo.
Casi me muero de la bronca, la vergüenza y el dolor.
Se me iba el sueño del reducido, del ascenso, y quizás hasta de mantener la categoría… A la mierda.
Al toque me sacaron, entro un pibe, justamente de las inferiores, y jugó muy bien.
El partido lo perdimos 1-0. Yo mantuve una discusión con mi técnico, claro, no me iba a quedar de brazos cruzados mientras el me sacaba de la cancha y yo me ganaba el odio de la hinchada…
Encima de todo, de que me había hecho jugar para el orto solo porque no le gustaba que la despejara, de que el gol en parte era su culpa, me enteré de que el era quien había decidido el pase del “toli”.
Cuando me enteré, lo primero que hice fue ir a preguntar…
La verdad es que hubiera preferido no preguntar…
“En un equipo de Panamá esta jugando” Me respondió…



Texto agregado el 28-07-2009, y leído por 80 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
03-03-2010 pesimo sinceramente porongal aguiladetrueno
 
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