(Ejercicio n° 5 de la lista)
Nevó durante toda la tarde. Por fin paró un poco y salí a la calle. Pero no había forma de caminar sin dejar huellas. Me encontrarías. Entonces llegó ella, con su flamante coche rojo y oliendo a puta barata. Entró en tu casa por la puerta principal y yo aproveché las rodadas de su coche para alejarme. Puse cuidado en tapar la nariz con un pañuelo para que no cayeran las gotas de sangre sobre la nieve.
Desde la acerca de en frente vi como le abrías la puerta, la coquetería de tu abrazo y, lo que me terminó por matarme, la nalgada que le diste a tu mujer. Cómo pude relacionarme contigo. Sabía que tu feminidad era asesina pero no sabía hasta qué punto. Después de eso, seguí mi camino para perderme en medio de las calles a media luz, mis huellas las perdería las marcas de las llantas aunque las gotas de sangre de mi nariz te podían revelar mi sendero.
No sé como, sabiendo el dolor que me produce el frío de invierno al punto de hacerme sangrar la nariz, pude salir de tu casa. “Tienes que irme mi amor sino mi pareja es capaz de hacerme… no sé, siempre se pone con un temperamento difícil de domar cuando me ha visto con otro” fue lo último que me dijiste. Las fuerzas están agotándose, me dejan. Gracias a Dios tenía dinero en el bolsillo y estaba llegando a una farmacia, donde me atendieron aunque no era su rol. “Gracias, muchas gracias” le decía al boticaria.
Sólo tenía espacio en mi mente para gritarle a tu hembra todo lo mierda que fue, que no te dejaba ser feliz. ¿Te acuerdas lo felices que éramos con cada encuentro que teníamos? Espero que nunca lo vayas a olvidar. Aquellas noches que nos tornábamos como niños, que jugaban por toda la casa. Algunas veces te escondía tu ropa interior y tu te dedicabas a buscarla, otras veces llevaba diversos alimentos u objetos y con los ojos vendados tenías que acertar lo que era o las veces cuando jugábamos a crear historias de amores apasionados, amores truncados o simplemente relatos de fantasía que nos hacían soñar con nuestros cuerpos unidos y pegados. ¿Te puede olvidar de todo ello?
Pensé darle un enorme beso con las llantas de mi carro pero no podía hacerlo, mi auto estaba muy lejos para traerlo. “Ella es mía” me decía. Esta noche las dos sabrían de lo que soy capaz.
Ahora, detrás de estas rejas no me conviene contarte todo lo que hice, me iría peor, sólo puedo decirte que nuestra relación de cuatro años no puede significar nada y menos con aquella puta que se prostituye gratis contigo. Además, tu no has aceptado para nada lo nuestro aunque hayamos convenido no relacionarnos con algún compromiso. ¡Éramos amantes!
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