El amaestrador de cucarachas.
Hace muchos años.
Involucrarse con la verdad está al alcance de todos, pero se opta por ver, oír y callar.
El miedo no es tonto y la hipocresía prefiere endilgar a los demás lo que nunca supimos hacer, o no nos animamos a hacer, y menos decir.
Desenmarañar esta madeja no es cosa fácil, el grave problema que presenta el ejercicio de la manipulación suele ser peligroso.
Cuando el que la ejerce esta convencido de su veracidad, pierde la racionabilidad de la conciencia y la realidad tarde o temprano, pega de frente, pero ya es tarde para reaccionar.
Un hombre que llegó a ser famoso, logró conseguir fortuna y prestigio durante años, al punto que solía defender con énfasis y convicción la veracidad de sus procederes, alegando entre otras el que nunca persona alguna pudo rebatir la verdad de sus postulados.
Vivía de los espectáculos que brindaba con las cucarachas que amaestraba.
Hace muchos años, solía recorrer las provincias con su espectáculo, especialmente en época de elecciones.
Colocaba un tablón y apoyaba una de sus cucarachas en un extremo, daba una palmada y la cucaracha venía hacia sus manos, entonces con un alicate le cortaba una patita y la colocaba nuevamente en la partida, reiteraba la palmada, y la cucaracha venía arrastrándose como podía, hasta que finalmente se quedaba sin patas, todos miraban, esperando que iría a pasar con el experimento, la cucaracha mal que mal, mientras contaba con alguna patita aunque más no sea se obligaba y llegaba, pero, ¿y ahora que?.
El hombre volvía a golpear sus palmas, más el desdichado bicho se bamboleaba hacia los costados y no lograba moverse del lugar.
Un pobre tipo del público cayó en la trampa de preguntar, -¿y ahora señor?, no camina más, usted le cortó las patas y la dejó inválida.
El sabandija del amaestrador con cara de extrañeza le respondió con sonra y simulada sorpresa :¡Señor! me extraña que diga eso, ¿es que acaso no se da cuenta que la cucaracha se quedó sorda?
Suele suceder.
Andre, laplume.
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