A ver: Conocí a una muchacha muy especial, de ojos azules, pero que antes se hizo pasar por alguien del sexo opuesto, que además me flechó el corazón. Como resultado habiéndome doblemente enamorado: del joven que con tanta habilidad hubo representado, a pesar de parecer un tanto afeminado, luego haciendo lo propio con la mujer infartante que resultó tener oculta.
Pero el problema es que ahora quedó en cinta y yo estoy legalmente casado con otra.
Entonces, no existiendo mejor remedio, las junté a las dos. Con inteligencia las presenté con éxito para que sean muy amigas.
Pero cuando la noche se termina ella vuelve a ser un hombre, que para toda la real sociedad es un amigo inseparable, que además vive en casa, pero que por el contrario es muy recatado, como en toda buena farza el típico tímido incapaz de tocarle un dedo a nadie, que finalmente los agenos terminaron por apodarlo Sancho Panza.
Ya no podremos continuar con la comedia, al nacer se sabrá la verdad que nos oprime. A menos que, aunque todo sea mentira, digamos, con nosostros en complicidad y total acuerdo, que lo encontramos abandonado en un basural enseguida adoptándolo como propio.
Aun recuerdo aquel día en dije a viva voz: "Me niego a tener que soportar un día más andar con el auto así de sucio", frase esta que logró cambiar mi destino por completo, iniciando la mecha que jamás se detuvo, puesto que para poder solventarse, la pobre primeriza actuó por su cuenta impulsada por la necesidad, con ser un muchacho lava-autos, justo en el preciso momento en que incrédulo me presenté como cliente consumidor, además de cuando tuve la guardia baja en lo que se refiere a mi identidad sexual.
Ahora no hago otra que ir de acá para allá, sin poder estarme tranquilo, ni sentarme derecho. |