Después del delirante sermón, baja del pulpito mirándose a si mismo como un gran orador, los fieles boquiabiertos eyaculan suspiros y calman sus conciencias con esas palabras alucinantes tan llenas de santa gracia.
Aceptan como verdadero todo lo que este diga, afirma firme un libro de negra tapa y hojas rojas. Brillan sus ojos al contemplar el silencio de sus fieles oyentes, para inducir sus mentes a creer en una deidad fabricada por este. Todos ahí atentos impávidos a esta batería
De palabras y gestos extasiándoles el alma, para hacer luego las jugosas donaciones, sin pudor, les exige mas y mas incluso nombrando a algunos pecadores.
Uno a uno de manera delirante ofrendan sus pocos bienes por un poco y solo un poco de religiosidad…
Ha terminado por hoy el sermón, se encierra en una vieja oficina se tira al sofá y ríe burlonamente de su poderosa oratoria. Busca con su mano por debajo del viejo sillón
Una botella a medio beber de ron añejado, la empina y bebe un trago, al ponerse en pie
Se dirige al escritorio tan viejo como el sillón, extrae de la gaveta un cilíndrico cigarrillo
A medio pegar de marihuana y pasta blanca.
Se dormirá una siesta y halara su habitual raya de blanca coca, para preparar luego un nuevo sermón, lleno de gracia, tan iluminado y delirante.
Su bandera y su estandarte son su fe, pero en si mismo se jacta así de tener el don de la palabra, para manipular aquellas ignorantes y débiles mentes, ávidas de consuelo espiritual
Que arrodillados rezan por un pedazo de bendición.
Caen hipnotizados a su hablar, le ungen gotas de fanatismo y esperan ser tocados para salvarse del infierno…. Lo que estos no saben, es que lo que viven es peor que el AVERNO.
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