La selección mexicana comenzó el partido dominando y terminó apabullando. Los goles llegaron hasta el segundo tiempo. México se convirtió en el campeón de la copa de oro. Lo más destacable: Giovani Dos Santos, quien participó en casi todos los goles, que no fueron pocos, porque fueron cinco. La selección de Estados Unidos trató de atacar sobre todo por vía aérea en los primeros minutos; digamos que tuvieron destellos de buen fútbol durante el primer tiempo, pero luego nada, todo fue de México: una verdadera cátedra de lo que es jugar al fútbol, con triangulaciones, paredes, autopases, sombreritos, amagues, fintas, gambetas, lo mismo. El más sobresaliente, el regiomontano de padre brasileño, Giovani, salió entre brazos del estadio mientras la afición coreaba su nombre y hacían algunos disturbios de menor envergadura.
Por cierto, el juego fue en Nueva Jersey, cerca de la gran manzana. En mi barrio se escuchan gritos de cocainómanos alcohólicos celebrando una victoria por 5-0 que nadie supo pronosticar.
Cabe resaltar que ninguno de los dos equipos contaba con el cuadro titularísimo, pero los cinco nadie se los saca a los gringos.
Había momentos en los que parecía que sólo los estadounidenses escuchaban un silbato mágico, porque se quedaban quietos ante las arremetidas de los aztecas. Tal vez el cocinero era mexicano.