No fue por tratarse de un lunes por la mañana que la funcionaria lanzó su pregunta sin darle ninguna importancia, como si estuviera preguntando algo de lo más natural. Es claro que para ella ese es su trabajo y no se hace problema alguno en lanzar sus preguntas, aún una tan terrible como esa que hizo sin ningún gesto, apenas mirándome a los ojos,. como una simple mirada muerta.
- ¿ Usted va a optar por renunciar a su nacionalidad ?
Hasta ese momento, jamás se me pasó por la mente cometer un acto de traición tan brutal. La idea de renunciar a su nacionalidad es un acto demasiado repugnante para una persona decente como lo soy yo. Intenté explicarle a la funcionaria con la mayor calma posible que una acción de esa naturaleza no se puede, éticamente, proponer sin al menos darle un tiempo de honda reflexión al ciudadano. Ella no lo entendió así, por cierto, y guiada sólo por mi expresión desolada, tomó el sello “NO RENUNCIA”, y lo mojó en el tampón de tinta colorada para proceder con prisa.
- Espere ahí – le dije -
Ya sé que a veces es muy bueno preguntar la opinión de los jóvenes, por que saben sortear con una practicidad envidiable algunos obstáculos que a los más mayores se nos presentan como interminables dilemas. De modo que guiado por ese precepto le toqué la mano a la chica, y le pregunté con un ánimo que pareció más paternal que seductor ;
- Y usted, ¿ qué haría en mi caso ?
La chica pareció interesarse en mi invitación a raciocinar para mi. Sonrió. Pasó la mirada hacia las otras personas que esperaban ser atendidas y luego se me acercó con una mirada que ahora a mi se me antojó maternal :
- Yo conozco al señor – me dijo – yo sé de usted.. Pues muy bien : usted vive aquí, es reconocido en casi toda la ciudad, tal vez en otras también. Usted se alimenta aquí, es respetado y su mujer es de acá. ¿ Acaso en su país están sus libros en alguna librería, en alguna biblioteca, en alguna casa de la cultura ? ¿ Acaso alguna vez se han interesado por algo suyo ? ¿ No fue que nadie lo recibía allá en ninguna parte ? ¿ No era que en la calle le quitaban el saludo ? ¿ No es cierto que ni siquiera conoció a la mayoría de sus primos ? ¿ Me equivoco o la suya es una sociedad politizada al extremo ? ¿ Acaso le parece sano eso ? ¿ Le parece productivo el clasismo ? ¿ Usted piensa volver a reinsertarse en esa realidad ?
Ojalá que quede muy claro que no tengo la menor idea de dónde sacó ella tal cantidad de argumentos, ni quién le dio ínfulas para hablar todo eso con tanto aplomo, como si ella se hubiera pasado todos estos años siguiéndome. Yo quedé bastante intrigado por la osadía de la funcionaria. Yo le pregunté si acaso ella era feliz en sus relaciones afectivas, y ella me contestó a qué venía el tenor de esa pregunta. Miradas van, palabras vienen :
Sí – le dije, a media voz - en ese documento coloque por favor ese timbre azulito, aquel de “ renuncia”, a ver si se me facilitan las cosas.
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