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En Hoang Ho se dispuso un gran tablero con varias intersecciones donde se dieron las masacres más memorables de la Guerra Amarilla. Nuestro señor, rey de Yin Chuan y descendiente directo de la honorable familia Si Hsia, acataba la tradición familiar que consistía en llevar a cabo un juego infinito de Go contra el señor de Yen Gan. Nadie de nosotros recuerda el inicio de esta guerra. Se dice que comenzó con la caída de la dinastía Han. Nosotros sólo vemos muerte de lanzas y enfermedades que azotan nuestro pueblo.
Las fichas de Yin Chuan que lograban rodear a las de Yen Gan eran rápidamente quitadas del tablero de combate. Las piras funerarias se acostumbraban entre ambos reinos. Ningún ejército avanzaba más allá del Hoang Ho, estaba prohibido. Sólo los mensajeros que mantenían en comunicación a ambos reyes poseían el derecho de cruzar el río. Nadie de nosotros, ni siquiera nuestro señor, conocía las tierras de Yen Gan.
Hace unos años, cuando llegó Te Mu-chin del norte con sus caballos y sus flechas, todos pensamos que el juego sangriento de Go entre nuestros señores había acabado, que la dualidad de fichas blancas y negras caía a pedazos con la intromisión de otro color. Pero Te Mu-chin, temible guerrero y supersticioso ignorante, quedó sorprendido al presenciar la forma en que hacíamos la guerra; esto es, esperando en el bosque la llegada del mensajero, quien nos indicaba el movimiento que nuestro señor había ejecutado en su tablero personal, y llevando al pie de la letra las órdenes recibidas, aun a pesar de que eso significara el suicidio.
Se cuenta que el guerrero Te Mu-chin quiso tomar parte en nuestra guerra, y que los grandes maestros de Go de ambos reinos se disputaban la enseñanza de este juego al memorable hombre-caballo. También se cuenta que Te Mu-chin partió de inmediato rumbo a Pe Kin con la esperanza de encontrar un terreno de trescientos sesenta y un intersecciones para luchar, y de que el emperador Tsi Ong-hei fuera un buen contrincante.
Dejo de escribir, el ejército de Yen Gan avanza hacia nosotros. Ellos también tienen instrucciones. Ahora debo tomar esta lanza. |
Texto agregado el 31-05-2004, y leído por 177
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Lectores Opinan |
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24-08-2004 |
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El go tiende a tener más sentido que una guerra. Sin embargo, las guerras son tan insensatas como un juego. Sería bueno no hablar de el suicidio como explicando el propio final. Lo haría más sorprendente. Quizás eliminaría la referencia a las 361 intersecciones. Pero cada cuento nace y es. Lo demás son solo comentarios.
Me gustó mucho, 5 estrellas. rodrigourrejola |
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