¡ A usted ! que tiene todo, lo que tantos anhelan,
quisiera preguntarle si se acuerda de Dios,
cuando ve por las calles algún niño llorando,
pidiendo con su madre un pan para los dos.

¡A usted! le digo esto, que el Cielo lo perdone,
es que no se da cuenta que vive en un error,
no sirven las limosnas para tapar un daño,
tan sólo son migajas que ahondan un dolor.

¡A usted! yo le pregunto, si es que conoció el hambre,
la humillación, la pena, el llanto y el dolor,
¡ya sé!, no me conteste, usted no los conoce,
nacido en cuna de oro, rodeado de calor.

¡A usted! que sintió asco por ese niño sucio,
quisiera yo gritarle la pena que me da,
con todo su dinero y toda su elegancia,
despreciando esa infancia, a Dios despreciará.

¡A usted! yo le aconsejo, abrácelo a ese niño
como si fuera suyo, un hijo de verdad,
no le de una limosna, enséñele el camino,
que no sea humillado por su gran caridad.

¡A usted! yo le agradezco el haberme escuchado,
el niño ya no llora gracias a su bondad,
se abraza a su mamita y grita emocionado,
¿viste mamá?, me quiere, me recuerda a papá.

¡A usted! lo felicito, porque salvó tres vidas,
del niño y de su madre, dándoles su calor,
y la suya perdida, usted la ha encontrado,
ya que se ha renovado en su pecho el amor.