El mundo es cruel, lo se. Yo también soy cruel, pero no puedo hacer nada para cambiarlo, es mi naturaleza. Los hombres, en cambio, son crueles porque les gusta hacer sufrir a los demás.
Un día vinieron unos hombres armados de pies a cabeza y me encerraron en una jaula cual bestia feroz. Yo no soy un animal como lo es un perro o un león. Soy una criatura que tiene sentimientos, que llora y sangra. Me llevaron por tierra y mar hasta llegar a una isla llamada Creta donde un rey loco mando a construir un laberinto lleno de trampas a cada paso. Al llegar al laberinto me elevaron en una grúa y me soltaron en el laberinto. Vague muchas noches tratando de encontrar la salida, hasta que un día llegue al centro del laberinto. Ahí encontré una hermosa casa de un piso, llena de libros e instrumentos raros que más tarde aprendería a usar. También encontré una carta del constructor de mi prisión. En ella me pedía perdón por aprisionarme y me enseñaba las maravillas del lugar advirtiéndome que no intentara escapar pues me muerte al instante. Para alimentarme, cazaba aves que surcaban volando el laberinto. Los hombres de la isla enviaron doncellas al laberinto como sacrificio.
Intente salvar a muchas de ellas de las trampas que el laberinto escondía, pero al verme, corrían aterradas y caían en las trampas. Una de ellas, en cambio, no me tuvo miedo, pues resignada a su suerte prefirió que el monstruo del laberinto la devorara de inmediato a huir y ser destrozada en mil pedazos la furia de la criatura. Claro que no me la comí ni la destroce. La lleve a mi hogar y allí vivimos juntos mucho tiempo. Ella me enseñó la bondad, que no todos los humanos eran malvados y yo le enseñe un rostro amigable que ni siquiera que podría existir, y ella me ayudo a descubrirlo. Muchos años pasaron y ella iba envejeciendo lentamente pues era humana, hasta que un di se fue de mi lado. Yo estoy aun aquí, esperando que los dioses se apiaden de mi alma y me lleven con mi amada. Pero eso no sucede y aun estoy en el laberinto con la única compañía del silencio.
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