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Filosofía de Cantina

Si vas a Calatayú
pregunta por la Dolores
que es una chica muy buena
y amiga de hacer favores.

Folklore Español


Es bien sabido entre los borrachines acá, allá y en la Cochinchina que el tipo que se encuentra en la cantina, al otro lado del mostrador para servirte bebidas ejerce una cierta influencia sobre ti... sobre todo cuando tienes mas de cuatro tragos entre pecho y espalda y todos tus problemas, aspiraciones y complejos afloran como brotes abonados por el alcohol... no importa si estas en un Club de la alta sociedad, un Bar Elegante, una Cebichería o la mas indecente Chingana de la ciudad, lo cierto es que le cuentas al fulano todas tus cuitas y recibes a cambio consejos gratuitos e inservibles, pero muy bien intencionados.

Era mucho mejor antes, en los años cincuenta... cuando los tragos te los mandabas en el mostrador cubierto por un mármol viejo y despostillado, en la trastienda de la Pulpería del chino de la esquina, que escuchaba todo lo que quisieras decirle siempre que pagaras los veinte centavos que te costaba una copa de pisco y que por no dominar el castellano y su cultura milenaria donde la muerte es un premio; le importaba un carajó tus problemas o el hecho de que estuvieras en el camino de una cirrosis galopante que te llevaría a mirar crecer los Rabanitos desde abajo, pero como todos saben... a los rábanos por las hojas, así que vamos por la historia.

Yo fui testigo de excepción y estuve allí tomando un cortadito, cuando Cabroncito trajo a la Cecilia, su mujer al Bar y Billares Tropical y se la dio al pata Tato con una maletita y todo a cambio de mil soles... ellos se miraron a los ojos, Tato cargo la maletita y salieron del Bar para siempre, de los dos nunca mas se supo.

Pero eso fue el final de la historia, que realmente empezó en 1950, cuando yo tenía doce años y era más puro que una Flor de Azar.


Dolores no sabía como... pero se estaba conteniendo, tenía ganas de gemir, de gritar, de saltar rota en mil pedazos mientras Francisco se movía rítmicamente y sin hacer ningún ruido.

Como ha aprendido este muchacho. Se dijo para si misma la Pan con Pecas, la llamábamos así en el barrio pues era blanca lechosa y llena de pecas marrones que decía su hermano le cubrían todo el cuerpo.

Dolores no pudo más, sintió que sus neuronas explotaban y estallo en gemidos y gritos de placer mientras se revolvía como una poseída, ella sabía que eso podía significar problemas, pero era más fuerte que ella y no pudo evitarlo.

Con gran ruido se abrió la puerta y desde el dintel, la mujer que estaba en camisón grito.

- ¡Dolores!...

- ¿Qué mierda estas haciendo con tu hermanito?

Era la madre de Dolores y Francisco, señora de poca paciencia, regordeta, de huesos grandes y cascos flojos, que cambiaba de amigo con bastante frecuencia, pero no permitía la paja en el ojo ajeno... pero no le importaba la viga en el suyo.

Ellos vivían en un edificio en la esquina entre las cuadras nueve y diez de Garzón, el condenado Alemán no me permite recordar el nombre exacto de la calle... a la semana siguiente hubo gran revuelo en la Quinta de General Garzón, la Pan con Pecas estaba internada en el Instituto para Señoritas del Buen Pastor, donde algunas entraban señoritas, pero todas salían reventadas, corregidas y aumentadas y que realmente era una correccional regida por Madres Canonesas, donde se internaban a verdaderas delincuentes para la imposible tarea de corregirlas en ese ambiente de perros bravos sueltos en los jardines y hombres hoscos vigilando las paredes.

Muy pronto Dolores se dio cuenta de que haciendo eso que tanto le gustaba con los vigilantes obtenía un trato privilegiado y permitiendo que la Madre Pilar jugara con ella en las noches, comía lo que le diera la gana, pues la monja de bigotes poblados que había profesado los hábitos mas por obligación que por devoción estaba a cargo de la Cocina.

Al año subsiguiente hubo el incidente con Daris, la que enseño a gozar y me rompió el corazón al violarme y luego serme infiel... que me llevo a Lurín para trabajar en el Restaurante Primavera de la tía Isolina; cuando regrese al barrio me encontré con la sorpresa de que Dolores había salido de la Correccional y que se había comido a trece de los muchachos del grupo, todos juntos en el campo de Marte y como era supersticiosa tiro también su polvo con Capurrito que solo tenia once años... para romper el numero de mala suerte. Su hermano Tato cobro a cada uno de ellos un Sol y desde entonces fue conocido como Cabroncito, esto es absolutamente verdad pues le pregunte a Capurrito, el hijo de Capurro el zapatero remendón de la cuadra diez y el me contó lo sucedido con lujo de detalles, no lo comprendía muy bien pero le había gustado.

Cabroncito no era muy bien recibido en nuestros juegos infantiles, ni en la Quinta por que todos sabíamos la historia negra de la familia y el pregonaba a los cuatro vientos lo bueno que era en la cama con la Pan con Pecas, al fondo de la quinta vivía una chiquilla graciosita, media achinadita de nombre Cecilia, cuya madre la cuidaba con mucho esmero debido a sus doce años y a lo bien formadita que se estaba desarrollando.

Mi familia y yo emigramos primero a Tingo Maria y luego a Pacasmayo, para finalmente volver a la casa de General Garzón, para encontrar muchos cambios en el barrio:

El Capurro zapatero remendón había sido remplazado por una Renovadora Eléctrica, la Librería “La Plumita” gano sus batallas derrotando a la “Nueva Era” y la botica de la esquina ahora tenía un dueño Charapa en reemplazo del Chinchano anterior.

Fressia vivía en la esquina de Santa Cruz con Arnaldo Márquez, tuvimos un romance que como todos los grandes amores fracasados... murió al nacer.

Donde antes estaba la tienda de Jugos y Vitaminas de las Japonesas en el jirón Santa Cruz, que luego fue también Restaurante de Pescado Crudo, ahora funcionaba el Bar y Billares Tropical, local limpio donde se podía tomar un café o un trago en medio de un ambiente familiar de camarería, que tenia dos Mesas de Billar con sus paños verdes cubriendo el mármol y dos de Billas donde jugabas a para meter las nueve bolas en los seis agujeros y su dueño Roberto era un Argentino con un dejo porteño que me hacia pensar en el malevaje, los tangos de Gardel, las películas de Sandríni y las canciones de amor de Libertad Lamarque antes de que se fuera para México, huyendo de la venganza de Evita... al principio yo iba al bar con bastante regularidad a tomar café cortadito (pues yo empecé y termine de tomar licor en Pacasmayo) y a jugar Billar de Tres Bandas, luego cuando trabajaba en la IBM solo podía ir los fines de semana, razón por la cual lo que voy a contar me fue relatado por tercera persona, Roberto la mayoría de las veces... pero el desenlace lo viví junto con los protagonistas de esta historia de amor.

Cabroncito había sido forzado a casarse con Cecilia, ante la evidencia de tres meses de embarazo, los padres de ella avergonzados vendieron su casita a un chino y desaparecieron del mapa; por los maltratos o que se yo Cecilia aborto; lo que le dio rienda suelta a Cabroncito para alquilar a su mujer de la misma manera que exploto a su hermana, para satisfacer sus vicios caros y su alergia al trabajo, pues había nacido en Primero de Mayo.

Cuando lo que les voy a contar sucedió, ya Roberto había superado el trauma que le dejo su aventura con Carlota el cajetilla operado y seguía escuchando mis cuitas y penas de amores con Fressia y su obstinación para no perdonar; así como las cuitas que todo el barrio le contaba entre trago y trago, que el pretendía arreglar con una fácil Filosofía de Cantina donde lo que no era negro tenia que ser blanco y el gris no existía.

Dicen que Tato empezó a tratar con Francisco casi desde el principio de su negocio, también decían que Cecilia lo empezó a querer y fue correspondida, Roberto me contó que un día llorando Tato le confeso que le pagaba a Cabroncito solo para llevar a su mujer al Cine o a comer, pero que la respetaba sexualmente. También me contaron que Tato se agarro a golpes con Alfredo, cuando este dijo que la chinita hacia el amor de maravillas, yo solo puedo meter mi mano al fuego por lo que vi aquel Sábado por la tarde en el Bar y Billares Tropical y juro que lo que voy a contar es verdad.

Yo estaba fumando un Camel y hablando de Fútbol, por joder a Roberto que era hincha del River, yo glorificaba al San Lorenzo cuando en realidad no me importaba un carajó el fútbol Argentino... el Che estaba que reventaba tratando de demostrar que los de Almagro eran una porquería y el único que realmente jugaba buen fútbol era el River Plate y al diablo con los demás.

Entro Tato con cara de amargo, se acerco al mostrador... nos saludamos, yo lo conocía desde mi niñez, pidió un Cuba Libre se lo tomo de un trago y reventó a llorar, no me gusta ver llorar a los hombres, pero no puedo decir sin mentir que nunca he llorado.

- No aguanto mas esta vaina, el Cabroncito esta matando a Cecilia. Escupió Tato.

- ¡Pegále o pagále! Dijo Roberto con un dejo Argentino que no se como describir, y le sirvió otro vaso.
- Este va por la Casa. El che estaba emocionado.

Tato siguió tomando pero con moderación, hasta que cuando entro Francisco lo agarramos para evitar cualquier problema.

- ¡Déjenme por favor, yo se lo que hago! Nos pidió Tato y lo soltamos.

Tato se acerco al Cabroncito, se lo llevo al fondo a la última Mesa y empezaron a jugar, creo que se jugaron a la Cecilia al Billar de Tres Bandas.

Cuando termino el match, Francisco salio para su casa, y allí fue cuando regreso con la Cecilia y su maletita, le dio la maletita al Tato a cambio de mil soles, a Cecilia le brillaba la mirada como si hubiera visto a Dios, los dos salieron del Bar sin voltear ni pestañar.

- ¡Espero que se casen! Dijo Roberto, soltando un lagrimón.

- ¡Esas son cojudeces! Dije yo, para terminar con esta filosófica metáfora.

- El matrimonio es solo la legalización del polvo.


Nota:
Para los que no han leído mis cuentos anteriores, ese alemán hijo de puta, que esconde mis cosas y enreda mis recuerdos, se llama Alzheimer y trata de arruinarme la vida... Pero va ha ser bastante divertido despertarme cada mañana con una mujer desconocida junto a mí, que religiosamente dirá llamarse Laly y pretenderá que me conoce de toda la vida.

Texto agregado el 31-05-2004, y leído por 560 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
02-07-2004 Qué maravilla... ese diablito de humor me trajo desde su biografía aquí, caballero... Gracias por ese oficio, por el desenfado, la travesura... por esos versos del inicio que solía cantar bajito mi padre, que ya se fue, cuando me dejaba en el colegio en manos de la Hmna Dolores, por la lección, por el reto y por la sonrisa. Flor_marina
30-06-2004 Muy bueno, me he reído como loco con el confesor chino que no entendía ni jota. Felicitaciones. el-parricida-huerfano
16-06-2004 Arturo, eres un genio, no me defraudas...Otro gran texto. Mandeville
10-06-2004 Esas cosas sólo pueden pasar en tus cuentos Arturo... Lo k más me ha gustado es la nota aclaratoria, Laly es tu mujer perfecta porque cada día es una mujer distinta. BZS. KaReLI
 
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