QUÉ LOS CUMPLAS FELIZ, PAPITO…
Al abrir la puerta, un fuerte hedor hirió mi olfato mientras mis ojos recorrían el lugar. A un costado de la habitación, una mesa, sobre ella una pava ennegrecida, sin agua, toda abollada, una yerbera de plástico, vacía, un mate con su bombilla, lleno de polvo..., y nada mas. Un plato con algunas manchas oscuras, extrañas reminiscencias de alguna comida con salsa; un tenedor, un cuchillo gastado, sin filo, un vaso roto, volcado.
Botellas de vino esparcidas alrededor de la mesa, vacías. A la derecha de ésta dos sillas rotas, con sus gastadas pajas haciendo simiescas morisquetas al tiempo; un armario sin puerta, vacío, y al otro lado una cama sucia, quejosa y destartalada, y sobre ella un... ¿ un hombre ?, o lo que de él quedaba.
Cubierto con una raída camisa de color indefinido y un pantalón haciendo juego, lleno de remiendos mal hechos y un par de zapatos que dejaban ver los dedos de los pies, sucios, hediondos, como todo allí.
Pensé que me había equivocado de sitio, por las dudas pregunté, ¿ El señor Marcos Montania ?, la respuesta me paralizó; ¡ SI ! soy yo. Tenía en mi poder una foto de referencia y con disimulo observé ese rostro joven, simpático, sonriente, lleno de vitalidad y lo comparé con este otro ajado, surcado por mil arrugas, pálido, demacrado, con barba que lo cubría como a un cavernario , blanca al igual que su largo y mugriento pelo, y traté con mi mejor voluntad de descubrir alguna similitud y apenas logré descubrir algún que otro rasgo de semejanza.
Según mis datos esa ruina humana reducida a su mas baja condición tendría 35 años, pero ese hombre aparentaba no menos de 65. Otrora famoso escritor, la producción de la revista para la cual trabajo, me había encomendado su búsqueda y posterior reportaje.
Para asegurarme le pedí sus documentos que tan ajados y sucios como él, alejaron definitivamente mis dudas.
Quedé en silencio unos instantes tratando de asimilar como era posible semejante cambio en una persona.
¿ Qué extrañas vivencias habíanle conducido a esa cruel miseria física y espiritual ?
Puse en marcha mi grabador y me dispuse a escuchar una historia común, simple y cotidiana y por esa misma razón mas desgarradora.
Le hice mi primer pregunta,
-¿ Cuánto tiempo hace que no escribe ?
-¿ Escribir ?, dijo él, van a hacer tres años.
Lo intenté, pero que se yo, debe estar vacía, ( y uniendo la acción a la palabra se golpea la cabeza. )
-Desde que ellos murieron algo se quebró en mí, algo que desconocía que tenía, algo que ni sabía que existía.
-¿ A quién se refiere, por favor ? Pregunté intrigado.
-A mi esposa y a mis hijos. ( Al decirme esto su rostro parece iluminarse, y sus ojos adquieren un dulce brillo.)
-¿ Qué pasó, un accidente ? Su respuesta me desconcertó.
-No, los maté yo; al ver mi gesto de incredulidad hizo una mueca que pretendió ser sonrisa, se sentó en la cama y me dijo:
-Sí, ellos están vivos, pero yo los maté. No me mire así, lo que pasa es que en realidad es al revés, ¡ Yo !, estoy muerto para ellos.
Lo que sucedió es que me dejaron, mi esposa se fue con los niños, aunque ahora después de mucho pensar, me doy cuenta de que los eché. Con mi mal comportamiento y mi egoísmo.
Claro, porque fui muy egoísta, pensaba solo en mí, en mi vida social, mi estatus, mis deseos de viajar, aventuras fáciles, vida nocturna, gastaba en mis estupideces más de lo que ganaba, y siempre me quejaba.
Porque aquel editor era un sinvergüenza, porque aquel otro me explotaba, porque “yo”tendría que ser mi propio editor para que no me robaran, porque “yo” era un genio, porque “yo” era
incomparable, porque “yo” era único, porque todos vivían gracias a mi talento, porque “yo”...
-Y esa fue mi gran culpa, ni más ni menos que un simple, “YO”.
Mi vida siempre fue fácil, de pequeño a pesar de que provengo de un hogar humilde, mis padres siempre me dieron lo mejor.
Cuando fui creciendo siempre a mi lado hubo quien me sacara las castañas del fuego, ora mis padres, ora un hermano, ora un amigo. Los problemas ajenos me afectaban superficialmente, pero íntimamente primero “YO”.
Si bien es cierto nunca fuí de malos sentimientos, no menos cierto es que mi apatía y mi desinterés, podían inducir a pensar lo contrario.
Y así, gracias al “YO”, empecé a perder amigos, luego el saludo de mis vecinos y conocidos, pero no le dí mayor importancia, pues enceguecido por mi estúpido ego lo atribuí a la envidia que sentían de mí.
No ví la tristeza ni el dolor en los ojos de mis seres queridos, no presté atención al ¡ Hola papá ! ¿ Jugamos a la pelota ?, de mis hijos. Sólo pensé en mis negocios, en lo que consideraba triunfos personales, en definitiva, sólo pensé en mí.
Y de pronto me cortaron la luz por falta de pago, y luego el gas, y un día como cualquier otro, pero distinto, llegué a casa y estaba totalmente vacía, a excepción de ésta cama, la mesa y esas dos sillas.
¿ De mi familia ? Sólo una nota con pocas palabras que expresaba: “ Si con el paso del tiempo logras dedicar un minuto por día a recordarnos en vez de dedicarlo a vos, ese día Dios te habrá bendecido, porque ese día empezarás a transformarte en un ser humano. ¡ Qué El te guíe y a nosotros nos proteja Adios.”
Recuerdo que me indigné, ¿ cómo me hacían esto a mí, justamente a mí, al único, al incomparable, a...? , y recién en ese instante como una cachetada, la verdad cruda pero innegable me sacudió de pies a cabeza.
¿ Quién y qué era yo ? ¿ Por qué me debían respetar si jamás respeté a nadie ?
¿ Qué derecho podía esgrimir si no había cumplido con mis obligaciones ?
¿A qué juez le pediría indulgencia si yo sólo me había condenado?
Quise ver a mi esposa, no pude, me dijeron que se había marchado con rumbo desconocido, a trabajar, a buscar un buen porvenir para mis hijos, lejos del dolor, de tantas penurias y frustraciones, es decir lejos de mí.
Ya van a hacer tres años, sabe, tres años que no escucho un; hola papá, ¿ jugamos a la pelota ?, o ¿ Querés un mate ?, o simplemente un” buen día Marcos”, ¿ Cómo estás ?
Hace tres años que vivo sólo, masticando mi impotencia, pero descubrí una cosa, - HACE 35 AÑOS QUE ESTOY SOLO-
-Sus pálidas mejillas estaban bañadas en lágrimas, sus ropas empapadas de fétida transpiración que le daba un tinte más dramático al momento. Se mecía los cabellos con desesperación cuando un violento acceso de tos sacudió su magro cuerpo, al final escupió una masa sanguinolenta. Se calma repentinamente,
me pide un cigarrillo, lo enciende y luego de darle dos o tres chupadas me dice; ponga en su nota, señor periodista, que yo, el gran Marcos Montania, cambiaría gustoso mis piernas por poder estrechar entre mis brazos a mis hijos, a mi amada esposa, a los que fueron mis amigos, aunque sólo fuera una vez, la última, y así rogarles un perdón que sé, no merezco.
Pero es inútil, sé que es muy tarde para eso, pues mi peor castigo es éste que está lacerando mi alma, destruyendo mi cuerpo y alejando de mí ese último hálito de vida, no poder lograr antes de morir ese anhelado perdón de todos ellos.
Pero, no hay que ponerse tristes pués hoy es
¡ MI CUMPLEAÑOS ! jaaaá, jaaaá, jaaaá ; la demencial carcajada me hace estremecer, los ojos salidos de sus órbitas están brillantes, extrañamente fijos en la puerta.
De pronto, su rostro se transforma, su mirada adquiere una dulzura y un sentimiento tal, que logra emocionarme.
Sin transición me mira con una amplia sonrisa bailando en su boca y se dirige a la puerta y la abre exclamando, ¡ Hola ! Pasen, yo sabía que no me podían fallar, y dirigiéndose a mí, todos los años vienen a saludarme, venga, se los quiero presentar.
Me señala el hueco vacío y explica: mi señora; luego se pone en cuclillas y haciendo ademán de acariciar una cabeza con cada mano prosigue, mis hijos, hincha el pecho con orgullo lo que le provoca un nuevo ataque de tos, al calmarse prosigue, éste es el mayor Marcos, va a ser escritor como yo, y éste es Juancito, el más chiquito, él va a ser futbolista, me vienen a cantar, y levantando en sus brazos dos imaginarias criaturas comienza a bailar y a cantar dando vueltas por doquier, “CUMPLEAÑOS FELIZ, TE DESEAMOS A TI, QUÉ LOS CUMPLAS PAPITO, QUÉ...” Su voz se quiebra, el llanto sacude sus esqueléticos miembros y rueda por el suelo cual trágica marioneta a la que le cortaron los hilos que le daban vida.
El sonido de la sirena, se oye cada vez mas lejano, dos enfermeros enfundados en impecables chaquetas blancas se lo llevaron a un lugar, donde según dijeron, iba a estar mejor.
Miro a mi alrededor, a un costado de la habitación una mesa sobre la cual una colilla de cigarrillo da sus últimos estertores formando espirales de humo. Lo apago, al otro lado, una cama, sucia, destartalada y sobre ella, nada...
Me voy, cierro la puerta con cuidado, sin casi hacer ruido, temiendo quizá que pudieran espantarse los fantasmas tan queridos de ese hombre.
Mis ojos se nublan, a lo mejor por el humo del cigarrillo, a lo mejor por la angustia, que sé yo. Siento un sabor amargo en mi boca cuando mi mente evoca esas repetidas y angustiantes palabras, ¡ CUMPLEAÑOS FELIZ, TE DESEAMOS A TI, QUÉ LOS CUMPLAS PAPITO, QUÉ...!
Macema
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