Quiero que, por favor, cuando me muera
no me metan en templos ni capillas,
déjenme entre las gentes más sencillas
y si me han de rezar, déjenme afuera.

Las iglesias son bellas desde fuera
y los curas son peor que las ladillas,
adiposos, de tanto honrar morcillas
y falsos, como yeguas mitoteras.

No me lleven tampoco a un cementerio,
yo, que he sido un amante del misterio
de una noche serena y estrellada

Quiero biodegradarme cara al cielo
donde los gallinazos corten vuelo
y reciclen mi carne agusanada.