El vientre que ve nacer y morir a sus hijos a diario,
El que adopta nuevos frutos y espera pródigos,
Son las voces en pos de un sueño,
Es la carcajada o el grito que congrega las impresiones,
Los amores más puros, las sensaciones más frustrantes, los odios más únicos,
Las mejores glorias.
Es la fidelidad hacia una pelota. La madre justa, que deja los sabores más ásperos o más perdurables.
Una lágrima que se posa, acompañada por millones de manos y de ojos que se reconocen, son palomas al aire con olor a pasto fresco.
La casa de los mejores amigos, donde se crece con honor y sudor de juego,
Los brazos que se abren a los aplausos y los sollozos que se cuelan en una estrella
La madre que vuela precedida por vigorosas piernas que le siguen, para habitarle en la ansiedad del espacio que le espera, el espacio que gritara para remover el tiempo, para cambiarlo todo, para amarle con esperanza en los ojos, cada vez que no se pueda levantar de la perdida y la fatiga.
Es la vida que se obsequia en un terreno alejado de la guerra, donde Dios muestra su cara más limpia, más orgullosa
Es la contradicción más amada, es el lado oscuro de la memoria, es el sentimiento más perecedero e inmortal, el más fuerte y efímero que desafía a la conciencia.
Ave fénix que nace y muere, cada vez que un gol se posa en la malla o se rinde antes.
Es quien te espera impaciente al otro lado del umbral para que corras detrás y te salves,
Es el mejor de los padres,
Es la muerte que roba el corazón
Es la peor de las banalidades para los ajenos al mundo
Es la mejor de las posesiones para los amantes universales
El mejor de los desafíos, la palabra y el acto que se conmemoran
La religión más idolatra de todas, la que congrega más esperanzados en sus iglesias y más patriotas en sus televisores.


La vuelta más corta al mundo guiada por un montón de sonrisas
La muestra más digna de que las diferencias faciales no existen,
La bandera más colorida dibujada en los rostros
La excusa más absurda para las diferencias personales
La mejor música que toca el alma y rasga los oídos.
El mejor recuerdo que se tatúa en la piel
El viejo y el niño que vuelve a ser uno ante el espejo.
La democracia más libre, el mejor juego de la vida encerrado en una cancha, en una esquina, en la arena, en el exilio.
La sonrisa blanca que apacigua el hambre, la bocanada de aire más carnavalesca,
La más mediocre,
La más unida.
Una pierna con corazón que late,
Una pelota con alas que se desafía a sí misma y logra la osadía de cruzar al cuerpo de mármol y rasgar la malla con la fuerza de mil pájaros.
Una mujer que espera ansiosa al amor, aún cuando el tren del incierto le indica que todavía ha de esperar una hora para que surja el milagro.