La luna sacudía el suelo cuando lloraba lágrimas de luz suave y tibia, bañadas de emoción sincera y cálido placer melancólico. No sabía cuanto tenía que esperar, no sabía cuanto tenía que llorar, estando simplemente, esperando simplemente.

Adiós le cantaba a los viajeros que la admiraban al pasar en sus largas y aventureras travesías. Bella y sensual, cálida y apasionante, fría y espeluznante, le decía adiós a todos aquellos insolentes, que osaban interrumpir en tal armonía amorosa que sentía su interior.

Calmada e inmovible, esperaba con sabiduría, esperaba con estremecimientos que arrasaban con todo su mundo. Blanco y negro, noche y día; veía pasar sobre su estancia en la inmensidad espaciosa, que la sostenía con magia que la llenaba en todo su esplendor.

Lluvia y calor, mezclas inconfundibles que perpetúan el sicodélico sentir del tiempo que pesaba enormemente sobre su frente sudorosa, sobre su frágil corazón, que tornándose fuerte ante las admiraciones y adulaciones de extranjeros, de calmados individuos que nada le importaba a ella, pues solo era para uno, sólo para un corazón puro.

Su espera llega a su fin, cuando se fija en la luz reflejada en el agua cristalina, que acusa su soledad, y que ante nadie confiesa. Pensando sólo pensando, en que ella era la que pudo hacer algo para sobrevivir ante tal dolorosa espera, que sentía como brasas ardientes que quemaban lo más sensible y lo más fuerte sin distinción alguna, que respondiera gracias a una clemencia misericordiosa, y que ella era la única merecedora, la lamentable merecedora.

Se preguntaba qué era lo que creía en definitiva. Se planteaba cómo es que pudo formar estancias de profundidades inconmensurables, llenas de aguas saladas con colores vívidos que se tornaban opacos tan solo al nacer, y que no daba tiempo de respirar en medio de un doloroso suspiro que profetizaba la mas cruel lágrima, el más fatal destino lleno de futilidad, lleno de conclusiones de vida, en la cual ya no quedaba más rumbo que recorrer; ya no había más esperanza.

Lleno de tristeza esta tu corazón, cada fiel admirador es el que testifica en mi favor, al conocer y reconocer que en mí y en ti, sí se posó una gran esperanza, un gran sentir lleno de alegría, que siempre estaba presente conmigo, acompañándome en todas mis sonrisas y llantos de críos que mi luz ayudó en su incorporación en este mundo que ahora los miro con otros ojos, pues están llenos de tristeza y de algo que no puedo destruir, de lágrimas que no puedo secar, y que me acompañarán el resto de mi vida, adentrándose muy adentro, muy adentro de mi alma, tan adentro que nunca podré decir qué tanto lo están; se perderán en lo incontable de las cuantificaciones que mis limitadas sensaciones pueden percibir.

Pero en el horizonte diviso un cambio, un cambio que transforma la oscuridad del frío y de tinieblas en algo que la existencia mía interpreta como un brote de luz que mis pupilas gustan con agradabilidad. ¿Qué es? ¿Cómo puedo estar allá? Quiero estarlo, quiero estar donde tu estas, quiero sentir lo que tu sientes; llévame con tu vuelo de pensamiento hasta el lugar que yo no podré encontrar por mi solo, en mis mas fustigados intentos. Ponme de rodillas ante tu gracia. Hazme sentir lo que tanto anhelo, dame el motivo para estar con la tranquilidad, esa compañera que tanto quiero visitar, y llevar todas mis maleta y presentarme ante su casa, como una invitada no esperada.

Por favor sueña conmigo, que el viento lleve mis plegarias, que se ofrezca para llevarme en sus vuelos de viento solemne que transporta el polen de la dulzura, que satisface la voz más grande y más superlativa, y que hasta lo mas ínfimo puede optar a eso, aún yo. Sueña conmigo, como el sol lo hace con las criaturas lindas que yo doy palabras de consuelo de noche.

Aún te espero, no se si volverás, no se si la noche me dará oportunidades para alabar tu grandeza, para lograr besarte en el fugaz encuentro que tendré contigo; te quiero. Mira fijamente mis ojos cuando yo te diga cuánto te amo, cuánto deseo tu cálida luz, que cuando me toca mirar en contra, tu estas trabajando para el contrario espacio, y no te puedo ver. Anima mi existir, dale vida a mis emociones, dale placer a mi cuerpo que lleno de dolor muchas veces, cuando espera para vuestra querida presencia. Al atravesar el cosmos, mírame y bésame, hazlo con todo tu ternura y con todo tu querer, hazlo y sabrás que corto es el tiempo, que largo pueden ser los instantes que pasaremos sin vernos.

Habrá muchos mediadores que podremos mirar siempre cuando nuestros opuestos observen con concentración el tiempo que pasa en cuenta regresiva. Escucha mi rogar y mi amor que os envío por medio de un solo aire perfumado con las más ricas fragancias que extraje de la noche, de la misma noche que me hostiga con su largo frío y silencio, pero que tan solo tu pensar me hace cambiar lo ya formulado por una especie de sentimiento que para mi no es ahora, pues en ti estoy pensando, pues en ti está mi más profunda concentración. Llámame y te oiré, aunque no podré besar tus lindos labios. El camino está ya trazado para nosotros, por una ley que es fría ante el amor, que es indiferente ante nuestro sentir que es y ha sido por la larga trascendencia que ha tenido nuestra tarea. ¿Sé acaso de lo que estoy hablando? ¿Tu lo sabes? Sólo espero que leas mis sentimientos y que te des cuenta de que te necesito mas que nada en todo lo que tenemos que hacer, y que nada más importa cuando pienso en ti, mi querido astro, mi querida luna, mi querido planeta, mi querido Luna y Sol, sólo luna y sol; nosotros dos.