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Inicio / Cuenteros Locales / morganayorugua / LA LUNA AHÍ NOMÁS (cuento infantil)

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Todos los días me levanto apenas cae el sol, desayuno unos riquísimos mosquitos fritos que cocina mi mamá y salgo a parrandear con mis amigos.
Me encuentro con Gualberto, el ñacurutú, con el gato Rolando y todos los demás... últimamente Rolando no sale mucho porque anda enamorado y se la pasa todita la noche cantándole a una gata blanca muy ñaña que vive en una granja vecina. Yo me burlo y él me dice que los murciélagos no estamos hechos para el amor y los gatos sí.
Mientras él canta los demás salimos a hacer macanas. Una de nuestras diversiones favoritas es jugarle bromas pesadas a Juan el tío abuelo de Gualberto, un búho muy serio que se pasa toda la noche quietito en una rama del árbol más viejo del monte. Una vez se enojó tanto que nos corrió a picotazos. Y... no es para menos, lo hicimos perseguir toda la noche un ratón a cuerda... es que con los años perdió bastante el olfato...
—¡Los voy a matar, bichos del diablo! —gritaba jadeando.
Como nos dio lástima a la noche siguiente le llevamos un plato de milanesas de ratón de verdad.
Otra cosa que mis amigos hacen es, cuando conocemos a alguien nuevo, decirle que yo soy un vampiro bebé y que tengan cuidado ¡porqué cuando crezca puedo chuparles la sangre! ¡AYYYYY!... La verdad es que esa broma a mí no me gusta mucho... porque yo también le tengo miedo a esos primos...
Hace algunos días, bah algunas noches en realidad, Gualberto se engripó y como todos saben la gripe en el ñacurutú es una enfermedad muy difícil de curar, por lo que yo empecé a salir solo.
Una noche la luna brillaba intensamente, llenita, de color anaranjado, ¡parecía que estaba tan cerca! Que volé, volé, volé... hasta allá arriba. Entre el reflejo y la emoción llegué ciego del todo, pero por suerte de sordo no tengo nada sino me hubiera escrachado, porque estaba cerca de verdad...
— ¡Es como una playa gigante pero con arena de color gris y sin agua! —grité entusiasmado mientras corría por la planicie. En un momento tropecé, y en lugar de caerme di un salto larguísimo, como nunca antes. Frené sorprendido mirando para todos lados y casi sin animarme di un saltito pequeñísimo GUAY!!! ¡Casi no pude creer cuando vi que me despegué como medio metro del piso! Siempre había oído eso de que en la luna no había gravedad, pero nunca pensé que fuera tan divertido. Creo que pasé horas saltando y corriendo, hasta que me cansé.
Cuando pensé en volver, miré hacia la Tierra y vi que era pleno día; como tenía que esperar hasta la noche para volver me acosté a dormir. A la noche siguiente volví... con la cola entre las patas si vale decir eso para un murciélago, porque pensé que mis padres iban a estar muy nerviosos, o enojados...
Como era de esperar cuando llegué a casa y traté de contarle, mi padre creyó que le estaba tomando el pelo. No me dejó ni hablar:
—¡Qué vas a estar en la luna vos! Sí... en la luna de Valencia estabas, quien sabe pensando qué... no te acordaste de volver... ¡A ver si para la próxima se te ocurre una excusa mejor! ¡La luna! ¿Vos oíste eso? —le decía a mi madre– ¡Murciélago desfachatado!
—Todavía sos muy chico para no venir a dormir —agregaba ella.
Los tres días que siguieron dormí casi de corrido. Sólo me levantaba para comer algo y me volvía a acostar ¡estaba tan cansado! Mi madre empezó a decirle al viejo:
—Che, ¿y no habrá estado en la luna nomás? Mirá como duerme, como si hubiera tenido que volar kilómetros y kilómetros.
—¡Ah!.. ¡pero vos te crees cualquier cosa! —contestaba él enojándose de vuelta.
Yo decidí que apenas estuviera más repuesto iba a volver a ir por dos cosas: para demostrarle al viejo que estaba equivocado y para llevar a Gualberto que estaba muerto de curiosidad. A Rolando no, ese no se lo merecía, por pollerudo, bueno, gatudo en realidad.
Dos semanas después preparamos la expedición, pero tuvimos que esperar casi un mes hasta que la luna estuviera llena de vuelta y en la misma posición que la otra vez. Yo no sabía pero justo la noche en que había ido de veras estaba más cerca, cosas de los planetas... Con la espera tuvimos tiempo de pertrecharnos bien: llevamos un montón de insectos para cada uno y hasta una pelota... ¡Qué partido de fútbol que íbamos a jugar allá!
Gualberto no lo podía creer. ¡Fue terrible aventura! Planificamos en el futuro llevar a todos los amigos... pero no sé... si va mucha gente el lugar se va a quemar...
A la vuelta traje tres piedras transparentes. No dije nada pero las dejé arriba de la mesa. Mi viejo tampoco dijo nada, pero fue a mi cuarto y me dio flor de abrazo. Creo que dentro de unos días vamos a ir juntos.


Texto agregado el 22-07-2009, y leído por 134 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
29-07-2009 Muchachita, tu imaginacion no tiene rienda. Dejala asi que se desboque y tu nos llevaras a las estrellas. za-lac-fay
25-07-2009 Super tierno y simpático. No es de zalamera, me gustó realmente. Seguí subiendo textos Ceci!Bienvenida a la página azul. elipolaca
22-07-2009 Un texto muy ingenioso, em atapaste en la lectura de principio a fin, felicidades******** JAGOMEZ
 
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