Después de la conversación,
los amigos se fueron marchando
el embriagante licor de café,
quedo sin terminar en la botella,
los chocolates cayeron al suelo,
los zapatos de tacón, las medias, el reloj.
Todo desperdigado en el brilloso suelo
de esta casual habitación,
ya se olía el magnetismo natural,
la situación era nueva y casual.
Ella comenzó el juego perverso y divino
con maestría y sutileza
el efecto fue inmediato,
siguió el ritual de caricias y besos.
Me arrinconas al muro,
no voy a dejar mi virilidad en la pared,
le agarro firme las caderas,
nos echamos al placer…
Es muy tarde,
no importa, debemos terminar,
el ritual lo comenzamos hace rato
y no podemos parar…
La situación casual,
nos envuelve con embriaguez
ahí quedaron en el suelo los chocolates,
será para otra vez…
será para otra vez…
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