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Inicio / Cuenteros Locales / EL_RETO_GANADORES / Reto 9 Prosa Viceganador: La burra Isabel por Poirot

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-¡Ay, Liborio, no la vendas! Mira que la pobre Isabelita lleva veinte años en casa. Ahora está vieja pero esta cuadra ha sido su casa. Déjala tranquila el poco tiempo que le queda de vida.
-Está hablado. Mañana iré a vender la burra. Ha sido un buen animal pero no puede trabajar. Los gitanos no me darán mucho por ella porque ya solamente sirve pa hacer cecina. Pero esos reales que reciba vendrán bien pa comprar un burro más joven en la feria.
-Liborio, por favor, piénsalo. Acuérdate de aquel diciembre, yo a punto de parir y la burra nos llevó hasta Villalpando. El doctor no podía venir por culpa de las **ventiscas**, el parto venía mal y de no haber sido por la Isabelita ni yo ni tu hijo
estaríamos ahora vivos.
Mujer. Aquí quien no trabaja no come. Mañana tendremos burro
nuevo.

Al amanecer aparejó a la burra con la manta y el ronzal. Isabelita dio unrebuzno que sonaba a despedida. Las orejas, erguidas unos años
atrás, caían tristes a ambos lados de la cabeza. Su pelo tordo de joven, había encanecido a blanco y sus cascos se arrastraban por el suelo del camino.
-Entonces sea, dijo el zíngaro estrechándole la mano. Mi quedo con la burrica y yo pago 30 riales. Esta tarde me va a llegar uno burro zamorano mu bono. Hembrita ella. Yo vender por ochienta duro y
desconto el precio de la vieja.
¿Ochenta duros? Antes tendré que ver a esa joya. Luego nos vemos.
Ta bueno, señó, hasta la tardi.

Compró un explendido asno zamorano que le recordó a la vieja Isabelita. Pelo tordo oscuro, orejas enhiestas y con un trote alegre que en
poco tiempo le condujo al pueblo.

¡María! ¡Cagondiez! Sal a ver la burra que he comprao.
Joven y fuerte. ¡Joder, y lo lista que es! Tal que parecía que conoce el camino de la cuadra.
María salió y nada más verla el animal le dio un
cabezazo de afecto. Liborio miró la escena sorprendido y una luz iluminó sus pensamientos.
¡La madre que parió al gitano! ¡María que man
timao!
Tocó las orejas de la burra y retiró el alambre que las sujetaban. También se fijó en el pelo teñido unas horas atrás. Lo comprendió todo. ¡Me vendieron la misma burra! Y el trote era de contento por regresar a casa. Mañana vuelvo
y mato al gitano! ¡Lo juro!
María calló. También había estado en Zamora
ese día. Los ahorros de su vida habían merecido la pena. Era lo menos que le debía a Isabelita.
Liborio no cumplió su juramento. El corazón de la burra no pudo con el esfuerzo y murió, en su casa, esa misma noche.

Texto agregado el 20-07-2009, y leído por 157 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
24-07-2009 Que maravilla, un relato lleno de ternura y calidez. ¿Me aceptarias millones de estrellas para Isabelita. Amira avefenixazul
20-07-2009 Genial, estupendo. 5* jugama
20-07-2009 Maravilloso relato y maravilloso e imprevisto final trixxi
 
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