Veo la lluvia al otro lado de los cristales, el cielo de un gris plomizo, asegura que hoy el sol brillará por su ausencia.
Tantos árboles, como césped es de un verde intenso, no son de extrañar, ya que hace una semana que no para de llover y eso que estamos en julio.

¡Qué diferente este clima, al de Andalucía! Por mi mente pasan como una película, un paisaje tan distinto al que contempla mis ojos.

El cielo de un azul intenso presta su color al mar, así se igualan a él.
Pequeñas embarcaciones se deslizan acariciando las tranquilas aguas del mediterráneo.
La playa llena de gentes de todas partes del mundo; aprovechan la canícula del verano, para volver a sus tierras bien morenas, donde el sol se cotiza tan caro que ni los pudientes pueden usar cuando quieren sus servicios.

El aire huele a marisma, y las higueras, dejan en el ambiente un aroma dulzón muy agradable, señal que subirán más las temperaturas.
Lo que más me gusta del verano es poder pasear bien temprano por la playa desierta a esa hora, de veraneantes, sombrillas multicolores, y olor a aceite de coco.

Sólo encuentro en mi paseo, unos hombres que tiran con afán de las redes del copo, veo que sacan las redes casi vacías, sólo algún que otros pequeños pececitos, que coletean entre las redes en un último intento por volver al mar; y algunas algas, y cangrejos.

Recuerdo que unos años atrás las redes del copo salían tan cargadas de peces, que tenían que hacer, verdadero, esfuerzos los pescadores, para poder sacar la red. Con tristeza me alejo.

A esta hora tan temprana, el agua esta transparente, que se puede ver las ondulaciones de la arena del fondo.

En unas horas más, en la orilla no se podrá ver ni los pies y habrá momentos que flote cerca de la orilla una costra de suciedad.
Los bañistas más intrépidos se zambullen en el agua, a pesar del riesgo que supone.

Prosigo, poco, a poco, siento como los rayos del sol, calienta mi espalda.
Al medio día, no habrá quien soporte el calor intenso, y a pesar de ponernos un factor alto de protección, estaremos expuestos a tener cáncer de piel.

De pronto… mi olfato es dañado, por un olor fétido, el motivo un desagüe roto en la misma orilla.

De repente, el silencio queda roto…chillidos, voces, y ruidos de motores de los coches de los bañistas que llegan a la playa, cargados, de sombrillas, pelotas, flotadores. En unos minutos las sombrillas son clavadas en la arena.
Pronto la playa es un hervidero de personas, y será imposible divisar la orilla.

Vuelvo a la realidad y toda vía, sigue lloviendo, ahora más intensamente. Comento en voz alta ¿hasta cuándo, seguirá lloviendo? Nadie me responde.

Me siento triste, este verano no he podido salir de vacaciones… el invierno se me va hacer ¡tan largo!