EL VERDUGO CIEGO

El problema no era yo,
La cuestión es que tú
No me veías

El problema no era lluvia en invierno
Ni que el sol hiriera sobre la piel
Que ahora se despega del cuerpo, quemada,
Como si batallones de ejércitos salvajes
La hubieran mancillado por sorpresa...

...al desaliento, no lo llamo yo problema.

El problema no era la bruma del lago,
Estanque gigante plagado de restos,
Espejo en el que no podía reflejarse
lo incierto, la desidia,
Tu desconcierto

Los lagos en los que no se pesca,
Como nosotros, están muertos por dentro

El problema nunca fui yo,
porque yo, simplemente,
no existía.

Te dirigías a un espejismo
Y yo vagaba a su lado, agitaba la mano
Para que me reconocieras,
Gritaba mi garganta muda, pero
no había modo:
no era de mi de quien contabas.

El problema, es que,
De haber existido un tal,
tú lo hubieras borrado con premura,
de tu vida y de tu agenda.
Así pues , yo era menos que problema,
¿Yo? ¡no era!

Y ahora nado con esa dificultad que da
la aspereza, que parece que me hunda.
La brazada dura, lenta. Menos crédula.
Ya ni rastro de mi paso por tu tierra.

Ahora sí hay problema, y no es que el mar
Se haya secado en tu ausencia,

El problema, mi amigo, es que yo,
Con el tiempo, también me he vuelto
De piedra.