Me besaste.
Después de cinco años
me besaste,
pero yo ya no era la misma.
Aquella vez no te quise.
Ahora mis sentimientos me sobrepasaban.
No voy a mentir,
no eran mis sentimientos hacia vos;
más bien, eran los sentimientos de cinco años golpeados,
donde tu ausencia no significó nada.
Pero ahora,
aquí,
ese beso los encerró en tus labios,
los hizo suyos,
tu lengua lo explicó mejor que mi alma,
tus caricias tomaron esa parte débil
y no la hizo fuerte,
solo la sostuvo.
Me tocaste,
me tocaste todo el cuerpo
pero no era eso lo que yo sentía.
Me tocaste la subjetividad.
Y tu indiferencia estaba muy aparte,
tu indiferencia estaba lejos
de esas lágrimas internas,
pasadas…
pasmosas,
ocultas en gemidos de placer,
en mis uñas haciendo de tu espalda aquel sostén que no he tenido.
Me besaste
y ya no fueron cinco años,
fueron, tan solo, cinco años.