Siguen las flores escuchando lo que canta el viento... durmiendo en un acorde de sonidos sólo tan bellos como ellas mismas, soñando con el cielo azul de un día de primavera que cubre con sus escasas nubes un mundo tan tranquilo como solo sus corazones increíbles pueden imaginar. Se mecen en la brisa cantora, que le dedica su son a ella, a mi estrella cercana, la que sonríe ahora.
Sus labios siguen dándole esa apariencia de muñeca de porcelana que yo admiro todos los días de mi vida. Su sonrisa es tan risueña que cautiva mis sentidos y me impide reaccionar ante lo que está a punto de suceder. Es una de esas sonrisas sinceras, inaguantables, es alegría instantánea, como el café, como el mar, como un rojo amanecer... y esos labios sonrosados me llaman, me invitan a acercarme, pero no soy capaz. Mi corazón está encabritado.
Su mano izquierda se movía entre su enredado cabello. Ahora, junto a la otra, duermen delicadamente puestas entre las mías, creando ese contraste precioso entre nuestros dedos. Ahora me habla, pero no con sus labios, no con su voz, sino con esos ojos gitanos, esos ojazos, que de lo bellos duelen, me grita lo que en su mente prevé.
En esa mirada esmeralda se advierte la ternura y la locura de su alma de terciopelo. Unos ojos tan profundos que con una mirada me delatan pensamientos impensables, dudas pícaras, decisiones impúdicas. De repente, su propio corazón explota, y lo sé porque su boca se acerca, cada vez más. El mío, cansado de brincar como un toro embravecido, se detiene por completo, y desaparece. Mis órganos internos parecen haberse ido de vacaciones. Nos susurramos adjetivos, y sucede.
Una infinidad de momentos, vivencias, sacrificios, placeres y recuerdos se conjugan en éste particular instante. Ya no entiendo ni me interesa entender la realidad de lo que está pasando. Una simple frase delata lo que ella siente, el hecho de que ella deseaba vivir esta situación también. Es el momento más importante de mi vida, este primer contacto, esta primera sensación. No reacciono. Ahora mi cerebro está demasiado ocupado guardando con todo detalle lo que está sucediendo como para responder a los millones de estímulos que está recibiendo de mis músculos incómodos. No oigo sino su voz, no veo sino sus ojos, no siento sino sus labios. No pienso, ahora no es importante pensar. Solo, hacer... pero tampoco hago, no soy ni vivo, solo amo. Y eso es lo único que necesito para existir. Y verdaderamente existir es lo mejor que me pudo pasar, así fuera sólo para vivir este instante.
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