Tú
solo tú
barniz de pelo claro
en medio del parque
del pasto.

Tú
la excelencia de flor blanca
joven y lozana
al rumiar del sol
que te saluda y reverencia
donde la música flota
y las hojas caen
siempre mudas, siempre ajenas.

Tú la hada, la maga
la ninfa solitaria
la sirena terrícola
el espíritu de la mañana.

Tú
la pila de cuarzo
la escultura de mármol
el engarce de plata
el destello albo de amatista
la joya refulgente de árbol centenario.

Tú y el individuo ese
el extraño, el ambicioso
el viejo vampiro que te merodea
que te ausculta, que te vislumbra concentrado
que te desviste, que se desvive por ti
parafraseando chanzas, evocando trucos
parodiando estratagemas
ardides trasnochados por robarte el alma
para que seas suyo
brillando entre sus manos
entre sus garras de ángel renegado.