Cuando los demonios emergieron sobre la tierra, en un asalto sorpresivo y que había escapado a los anuncios apocalípticos de la Biblia, sus rostros horripilantes oscurecieron todo lo que se les puso por delante. Las órdenes eran claras: tomar posesión de una vez por todas de este mundo polifacético y por lo tanto, cada vez más desconcertado. Primero surgieron desde las entrañas amazónicas y después plagaron las alturas andinas. Otros, cual gárgolas aterradoras, emergieron desde los océanos y hasta las criaturas más feroces del mar huyeron en estampida.
Como no podía ser de otro modo, también brotaron por millones desde las miasmas subterráneas de Nueva York y sus habitantes, pensando que era una superproducción para el cine, se arracimaron para contemplarlos con detenimiento. Aquello les costó caro y los demonios los hicieron sus víctimas propiciatorias, asolando Nueva York con una fuerza destructora mil veces más poderosa que la que provocó el desastre de las Torres Gemelas.
Lo curioso sucedió en una pampa desolada que parecía, más bien, una enorme tortilla de rescoldo. Cuando los demonios emergieron de aquella tierra candente, dejando al trasluz sus aterradoras estampas, nadie huyó y, muy por el contrario, la gente corrió a buscar sus trajes y galas y una orquesta muy singular comenzó a tocar con desenfadado entusiasmo. Los demonios, perplejos en un primer momento, posteriormente, comenzaron a moverse al ritmo contagioso de aquellas melodías.
Y una vez más, en la lejana Pampa del Tamarugal, se celebró como nunca la Fiesta de la Tirana…*
* La Fiesta de La Tirana se celebra todos los años en el pueblito del norte de Chile y las más de 180 cofradías de bailes religiosos presentan sus ofrendas a la Virgen a través de oraciones, ritos, cantos y bailes con atuendos altiplánicos y máscaras de variados colores y formas. Este año, tal fiesta se canceló, dada la enorme cantidad de personas que allí se reúnen, con el inminente peligro de contagio del virus A1H1.
|