Yo era un pez feliz en mi reducto un pez con síndrome de estocolmo... Aún así, tus ojos vieron fuera del estanque. La espada en tu espalda es tuya. La sangre en tu boca es mía. Ya deja de culparme.
Texto agregado el 16-07-2009, y leído por 226 visitantes. (5 votos)