Te odio, pero me encantas. Me atrae física y psíquicamente tu esencia soberbia, machista, retrógrada. Mi aparato psíquico se encuentra confundido por el momento… Será porque vivís alterando cada uno de los elementos que lo componen.
Conscientemente, yo, ni más ni menos que una adolescente de casi diecisiete años, se y tengo muy en claro que no me gustas, que no me caes bien; es más, me atrevo a decir que ciertas veces me molesta tu presencia. Me molesta tu incansable manera de intentar llamar mi atención, de buscarme y me molesta más que cuando no lo logras, optas por ignorarme. Pero inconscientemente, ese rechazo que me producís, me fascina. No te puedo ver, pero si te veo… No respondo de mí, de mis impulsos, de lo que el inconsciente que llevo dentro provoque.
Sentimientos contrapuestos, o contradictorios. Dicen que eso puede llegar a ser. Pero no me recetan nada, no hay instrucciones a seguir. Entonces ¿Qué voy a hacer? No encuentro soluciones, y este invierno cada vez más frío espera con ansias la primavera en la que te conocí; espera con ansias los calurosos días que siguieron y que alimentaron esto que hoy en día no existe, pero está. Consciente o no, pero está y necesita nutrirse o quizás contaminarse una vez más de vos, de tu calor, de tu primavera… |