Un bombero está apagando un incendio, con la canilla del agua cerrada, borracho pero a la vez atontado por el humo, las llamas lo envuelven pero igual continúa estoico, muy convencido de que lo realiza correctamente con genuinos recursos. Pero otro compañero se percata de la situación y lo salva de ser consumido por el fuego. Las imágenes en vivo muestran con nitidez cuando ambos abordan la escalera en el preciso momento en que la vivienda se derrumba totalmente.
Las imágenes recorrieron el mundo y este muchacho se hizo célebre, por mucho tiempo se repitieron las pruebas testimoniales de semejante descuido.
En la actualidad se desempeña como sereno en un corralón de materiales para la construcción, todas las noches se duerme ya entrada la madrugada, más luego completa el sueño con una linda siesta a la tarde temprano luego de almorzar.
Algunas veces sale de paseo al pueblo pero la mayoría se queda en el laburo tomando mate hasta hacerse la oscuridad, donde si asume el mando de todo.
Afortunadamente, a pesar de lo que dicen las noticias, nunca pasa nada malo, fuera de que los perros que ladran por cualquier tontería el barrio es tranquilo.
De todos modos paso a paso va construyendo una destino aceptable, solo faltaría una linda mujer.
La clave yace oculta en que bajo cualquier condición siempre repite la misma testaruda acción de marchar con cuatro ojos super atentos, suele hacer la ronda en buen estado de lucidez, pero a la vez de sangre fría.
El ahora está dormitando sentado apoyando la cabeza en una mesa siendo que son las ocho de la mañana, pero ha sido solo un descuido. El dueño del corralón lo despierta arrojando un puñado de arena en los cabellos. El tipo le informa que detrás del establo hay nueve cadáveres apilados unos sobre otros. No obstante el cuidador jura haber estado la noche atento. Revisando las filmaciones pudieron comprobar que no miente. Por las mismas cámaras, los investigadores no percibieron nada extraño. Las asociaciones por los Derechos humanos se hicieron eco del aberrante suceso, que pronto denominaron como la masacre del Rosario, habiendo un puñado se señoras con pañuelos como sombreros siguiendo las acciones de cerca, señalando al bombero como posible represor, cómplice del holocausto. Pero lo extraño, que no cierra por ningún lado, es que nadie reclama los cadáveres, ni se los puede identificar de ninguna manera, pues parecen no existir en los registros públicos, por lo tanto, la pobre justica no pudiendo acusar de semejante atrocidad a nadie en concreto.
O sea que este sereno se mudó nuevamente pero al centro de la propia Capital, comenzando una nueva vida como chofer de una estrella del cine convencional. Una vez instalado en su nueva rutina se puso a investigar acerca de aquellos desaparecidos. Ya que luego existieron una par de casos más con características similares. Finalmente fue tentado a participar en una película como galán de la diva, ofrecimiento que aceptó bajo la condición de siempre vestir una máscara de super héroe. Se puede afirmar que actualmente es famoso por partida doble.
Hasta que descubrió e hizo extensivo, que detrás de los crímenes misteriosos, existe más de una banda macabra, todas esotéricas; que aseguran convivir con seres de otras dimenciones, que les ofrecen a sus muertos puestos en plaza.
Malvivientes comunes, a los cuales luego de la intervención del chofer, atraparon justo cuando estaban por despachar una nueva tanda. Dicen que les envían gente muerta de otra dimensión (Aunque para nuestros ojos se ven como hijos de estas tierras) y que eliminan a esos seres de cualquier manera utilizando muchos métodos diferentes, luego arrojándolos impunemente en nuestro mundo.
O por el contrario, como en su resonado caso, sigiliosamente uno por uno fueron depositando esos muertos, todos vestidos de negro dentro la oscuridad infame, luego de haber caminado por entre la malesa salvaje plagada de animales guardianes, sin ser detectados. ¡Mamá!
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