hubo un niño fresco que saltando el cerco
escuchaba gritos, golpeando el cimiento,
de su mismo vientre, del vientre materno.
Que nació con miedo, con el cuco feo,
con tontos maestros, con falsos valientes,
con el hombre-macho, la mujer pedazos,
de una triste vida mordida entre dientes.
Del golpe en el rostro, la sangre en el alma,
la traición, la estafa y el no sé que pasa.
De toda la bronca, la triste derrota,
la voz que se apaga de un ser que reclama.
Nací entre las ruinas de un antiguo imperio
de sol y de altura, de tiempo y de fuego.
Pedazo a pedazo crecí y fui pisando
miseria, violencia, mentiras, creencias.
Calesita absurda que gira y marea
pero nos subimos por si la sortija nos cambia el destino.
..."Manos estiradas buscando una nada,
quien cruel seductora baila y contornea,
esquivando tu imploro y eligiendo el modo
de enjuiciar ella sólo, quien tendrá por dicha,
el dueño de un sueño llamado sortija"...
Crecí y me mintieron, buscando palabras
sin saber respuestas,
engañado a seguir manso, junto con los míos,
con aquel ganado, y esperar tranquilo, los días, los años, la muerte, el olvido.
Si eres tigre pierdes, no muestres tu temple
te atrapan, te cazan, te educan o mueres.
Ví las dos monedas, la cara y la seca
el mal por el bien y el bien doblegando.
Ví la cara hueca, la tristeza seca
de un pobre del alma que se muere en penas.
Ví la cara franca, los ojos brillozos
de aquel que en el pozo, busca la salida.
Ví pegar a niños y matar por ira,
vi la guerra fría,
vi sangre y heridas.
Ví un monton de escombros de gente entregada
que ardia y ardia.
Tambien vi los flashes de cierto momentos,
la vida de acuerdo, placentera entrega
a un bálsamo enorme que arrulla y absorve
te colma y propone tomar la distancia
que el destino impone hasta hallar la puerta
que mantenga unida la muerte y la vida.
Vivo entre tormentos, de un mundo violento
la paciencia india que cure la herida
de un pasado enfermo.
Tambien vivo en la vida, de la simple vida,
de la eterna vida, de la buena vida.
De la hierba fresca, de los cerros altos,
de los leños vivos de un fuego dorado.
Vibran las dos caras, tiembla la moneda
las manos se alzan buscando sortijas,
en medio de todos, busco yo mi modo
de encarar la vida.
Sabiendo que todas heridas pasadas, presente dudoso color gris incierto,
es camino escombroso que el noble guerrero sorteará heroico, peleando y venciendo.
No importa el esfuerzo, se agita el aliento,
se contiene el alma, sube el sentimiento
cuando nazco al alba, tirado en el prado
gozando el silencio de un dia despierto,
lleno de fulgores con glorias del cielo.
Sólo ese momento, el momento eterno
colma mi impaciencia, me mantiene atento.
Justifica esto, solamente esto,
que el guerrero intente perdonar la peste
y el presente sea un futuro nuevo.