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Un gesto inestimable





La mujer, descalza, sucia y harapienta ingresó en el plomizo edificio. Cargaba en sus brazos a un niño pequeño en cuyo rostro, levemente moreno, podían verse en contraste cascarillas de moco seco. Detrás del mostrador la muchacha vestida de azul observaba, distraídamente, la bandera nacional en el vértice distante del salón. La mujer se aproximó a ella y la llamó, dos veces con timidez y la tercera en un alarido apagado.

-¿Sí, señora, qué desea?

-Desear, lo que se dice desear, deseo muchas cosas. Pero primero lo primero: ando buscando a mi hijo; Matías López. Me dijeron que acá me podían dar razón. Los vecinos me dicen que se lo llevaron en un patrullero y no sé que cosas hizo, pero en la comisaría no está. Mire, acá tengo una foto, es un poco vieja, ahí tenía siete años, ahora tiene dieciséis pero la cara es igualita, bueno… casi, ahora tiene unas manchas raras, de hongo me dicen que son, pero yo no sé si creerles.

-Tome asiento señora. En unos minutos la atenderá el Doctor Ivanovich, el fiscal de turno.

Cuatro horas y dos turnos de almuerzo más tarde Matilde, así su nombre, fue atendida en el despacho del fiscal. El hombre, un prestigioso jurista entrado en años la invitó a ingresar.

-Buenas tardes, señora. Tome asiento por favor.

-Gracias pero no, me duele el traste de estar sentada.

-Cuénteme. ¿Qué la trae hasta aquí?

-El “60”, pero antes tuve que tomar el tren desde Laferrere. ¿Conoce, no?

-Sí, señora, conozco muy bien Laferrere; es uno de los más importantes bastiones de nuestro partido. Uno allí, en el partido de La Matanza, se siente como en casa.

-Mire, justamente de mi casa se llevaron a mi Matías y me dicen que ustedes saben donde está.

-¿Cómo es su nombre?

-Matilde Gómez viuda de López, para servirle.

-No, no el suyo, el de su hijo.

-Matías Diego Armando Anselmo López.

-¡Cuántos nombres!

-Puro homenaje, señor. Así éramos de jóvenes mi marido y yo. Diego Armando, usted sabe, por el Diego; Anselmo por su papá.

-¿Y Matías?

-Está desaparecido. Me preocupa Doctor, no va a ser como cuando los milicos. ¿Qué va a ser terrorista mi hijo si con las justas sabe algunos números de los billetes?

-No, señora, me refería al motivo por el cual ustedes le pusieron el nombre Matías.

-Porque nos gustó. Bueno, me gustó a mí, porque al Anselmo, lo que es a él no le gustaba para nada. A mi me gustaba porque un colectivero se llamaba así, usted tendría que haberlo visto al Matías… no a mi hijo, al otro, al colectivero, era un churro y hablaba de lindo…

-Vea señora Matilde, su hijo Matías ha sido detenido y recluido por las fuerzas del orden dentro del marco del Programa Nacional de Reclusión Permanente con Finalidades Preventivas. Se ha determinado su prisión perpetua.

-¿Del Matías? ¿Pero qué cosa hizo ahora este sinvergüenza?

-Todavía nada, señora Matilde.

-¿Entonces por qué me lo guardaron?

-Dentro del nuevo Programa Nacional de Reclusión Permanente con Finalidades Preventivas, nos sus representantes, hemos determinado su confinamiento perpetuo, basados en que la falta de educación, el destierro de su infancia, la inaccesibilidad a las oportunidades, los años de vejámenes y desempleo (de los que seguramente culpará al estado), todo esto sumado a la imposibilidad de acceder a los servicios básicos de salud, de saneamiento y vivienda e incluso de alimentación, son motivos suficientes para intuir un futuro delito. ¿Cómo se revierte esto en un régimen justo y racional?, se preguntará usted… Muy fácil, le diré yo: encerrando de por vida a los elementos con aquella tendencia perniciosa. Este gobierno, señora, se preocupa por preservar la justa distribución de los beneficios y el orden de la civilización moderna, regidos, por supuesto, por las más rigurosas imposiciones de la comunidad internacional. No sería extraño que su hijo, dadas las abominables condiciones en las que vivido sus primeros dieciséis años, pueda sentir cierto desprecio hacia las normas vigentes y hacia quienes formamos parte del país lindo y limpio que ha sido soñado por todos desde nuestra independencia.

-Discúlpeme, señor, pero no entendí nada.

-En resumen, señora, la total negación, autoinfligida, de la dignidad humana convierte a su hijo en un individuo propenso a la manifestación abierta de un infundado rencor hacia el sistema, pudiendo convertirse en un resentido y un violento, en un delincuente.

-¿Delincuente? Eso si lo entendí. Si es delincuente lo mejor es que esté preso. Ya bastante tengo en casa llevando sola a los otros doce críos que me hizo el bruto, sucio y vago de su padre para morirse así, de la noche a la mañana, de un resfrío. Igualito que su padre y que su abuelo salió, lo único que le faltaba era ser delincuente. Porque borrachos eran, para qué negarlo… ¿pero delincuentes?, eso sí que no, el Anselmo podía ser muchas cosas pero nunca tocó nada que no fuera suyo. Días enteros podíamos pasar sin echar nada a la panza cuando el Matías era chiquito y él nunca se ensució las manos por mucho hambre que tuviera. Él nunca fue a la escuela ¿vio?, porque desde chiquito tuvo que salir a pedir limosna; el Anselmo era ignorante pero honrado, sí señor.

-Ya lo ve, señora, nosotros nos preocupamos por el progreso de los ciudadanos de nuestro país. Ahora vaya, llegue a su casa y le cuenta a todos sus vecinos lo mucho que estamos haciendo porque nuestra república no cometa los mismos errores. Y hágame un favor, cuando salga le pide a la chica de afuera, la del mostrador, que le dé una buena cantidad de boletas y en el barrio le reparte una a cada uno de sus vecinos, a todos los que votan, por supuesto, y les dice que para que podamos continuar haciendo cosas buenas como esta por ellos, el domingo las pongan en las urnas. Si ganamos la reelección ya van a ver cómo seguimos trabajando para que todos tengan lo que se merecen. En la cárcel Matías aprenderá a respetar los imponderables valores nacionales, tendrá además un plato de comida caliente a diario (al menos mientras alcance la ración del Programa), disfrutará del sexo (y disculpe el término si este puede resultarle inadecuado) casi a diario. Será instruido en artes y doctrinas que harán, sin duda alguna, más llevadera su perpetuidad en el reclusorio, aprenderá a leer y a escribir, imagínese usted el orgullo que sentirá al recibir una carta de su hijo preso, independientemente de que usted no pueda leerla, ni sus otros hijos; pero no piense en el contenido, siéntase orgullosa con el sólo hecho de recibirla. Dígame si no es este un gesto inestimable.

-Tiene razón, Doctor. ¿Disculpe el atrevimiento, pero no tendrá por allí un pan o algo que le sobre?

-Los hombres dignos de este gobierno, señora, vivimos con la honrada holgura esperable de todo funcionario. Cierto es que nada nos falta pero también nada sobra… Y con lo costoso que es todo hoy en día. Imagínese usted que acabo de gastar casi trescientos pesos en el alimento semanal de mis mascotas.

-¿Trescientos pesos? ¡Qué locura! Con trescientos pesos les doy de tragar un mes a mis críos.

-¿Ya ve? La cosa está difícil para todos pero el cambio depende de nuestra continuidad. No lo dude, este domingo vote por nosotros y ya verá como todo mejora.

La mujer abandonó el edificio con la excitada ansiedad de esperar, como nunca antes, el alentador domingo de elecciones.

Texto agregado el 14-07-2009, y leído por 383 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
12-01-2010 No hay peor castigo para una persona que la ignorancia, sumada a la pobreza para que otros se presten al abuso. Impecable redacción que refleja un caso de abuso. inkaswork
13-11-2009 La redacción es perfecta, como así también la caracterización de los personajes. El contenido hace nacer una sublevación dentro nuestro que me permite reflexionar que la pobreza y la ignorancia es el motor del cual se vale la política de nuestro país para subsistir encaramada en la cúspide del poder. Es difícil poder hacerle entender a una persona, sin sus necesidades básicas satisfechas y cuasi analfabeta, que es usada para que se siga perpetuando la injusticia, la estafa y la corrupción, en base a las supuestas ayudas que se le prometen brindarle. 5* Susana compromiso
12-10-2009 bueno, ya he venido varias vece a leerte y por fin termine elimar
01-10-2009 La desigualdad, la desigualdad...el pan de muchos. Muy bièn escrito con un dejo de sabor amargo en mi boca. pampita
10-08-2009 Buen texto. magníficamente bien llevadO.***** MariBonita
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