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este texto intenta ser copia fiel de los acontecimientos ocurridos en una etapa de la vida en donde fui feliz y para luego entender que todo inicio tiene su final...

salimos por la noche, nos sentíamos ganadores. llevaba la pelota dentro de una bolsa grande conjuntamente con cada uno de los uniformes cuando el silencio de cada uno de los deportistas me hizo sentir la desgracia de la derrota. entraron los once a la cancha y jugaron a ganarse el respeto hacia ellos mismos. no había mucha gente en las graderías, una que otra personas ya jubilados y borrachines y fumones... sentí ganas de gritar el primero de los goles, pero no lo hice como sintiendo que algo malo ocurriría... luego nos llegó la debacle. perdimos jugando mal y peor... terminó el partido y en una esquina del estadio quise llorar y no pude porque sentí mis ochenta años sobre la mente, gritando que no se puede llorar... vi los rostros de los perdedores y quise decirles algo pero nada me salía, tan solo gritaba el silencio y una voz suave, como una mano gigantesca sobre nuestras vidas, empujándonos hacia la calle... salimos, entramos en el auto y las luces de los autos parecían burlarse de la realidad... nadie decía nada y si lo hacían, sonaba a llanto... llegamos a un restaurante y todos quisieron comer y tragaron como náufragos... pagué la cuenta, los llevé a sus casas y me despedí de todos ellos, y ellos siempre con las cabezas al piso, no dijeron nada...llegué a mi casa y soñé como siempre y en aquel sueño, ganábamos, siempre ganábamos... mientras yo gritaba cada uno de los goles... no quise despertar, pero una mano sobre mi cabeza lo hizo por mí... me levanté y no vi a nadie... caminé y fui a buscar al perro. lo paseé y luego salí a laborar, como todos los días... mientras manejaba, no recordaba nada, la vida seguía su curso, siempre victoriosa... extrañamente, empecé a sonreír… las manos del creador dibujaban esperanzas sobre mi conciencia y una luz estremecedora bañaba toda mi existencia… seguí sonriendo, todo era precioso, y cuando llegué al taller, todos seguían tristes, menos mi alma que alumbraba sus existencias, con una sonrisa…


san isidro, julio de 2009

Texto agregado el 14-07-2009, y leído por 157 visitantes. (0 votos)


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