-¿Que hubo que hizo cambiar tanto la historia?
-Usted está acechándome, por experiencia, le recomiendo que no me resulte antipático.
-¿Porque trasladaron a este, como pretenden que soportemos estás circunstancias?
-Mañana mismo vamos a trazar un plan para escapar.
-Prefiero tirarme en el piso antes que rosar la piel de este lagarto.
-Nunca olvidemos que los recuerdos son una buena compañía, y tampoco perdamos las esperanzas de que algún día seamos verdaderamente libres con solamente evocar el pasado.
Las alegres condenas de estos tres presidiarios que ponen el cuerpo, basicamente transcurren tranquilas, pues han podido entablar una linda amistad que perdura.
-Desde que estoy preso es la primera vez que me siento arrepentido, pienso que en su momento tendría que haber ido a vivir sola; pero es tarde, ya llevo tres cuarto de la condena en el buche. Tengo remordimientos de saber que carecí de ovarios para mandarme a mudar, pero en cambio huevos de sobra tuve para matar injustificadamente.
Los guardia cárcel están proponiendo un intercambio de presos, presienten que se avecina una rebelión, o un sangriento motín. Intentan destruir los supuestos preparativos asumiendo una actitud de escarmiento.
El desplumar de las palomas silvestres es el reflejo del hambre que impera, un testimonio de la cruda realidad por donde se la mire, no sería extraño que comiencen a alimentarse de la basura.
Los presos de la celda ciento treinta y tres conviven como personajes de una representación teatral, mayormente se manejan con un vocabulario conciso, y sino, tratan de disfrutar del silencio cargado de mucha reflexión, también por todos los medios de dormir, siendo preciso contando nubes que imaginan en la humedad del techo, considerando que el arte del buen soñar es una religión fundamental.
En una oportunidad, por envidia de lo bien que ellos conviven, los encadenaron en el patio, desnudos, para que mueran de frío, así aprenden a llevarse pésimo.
Por eso ahora sienten que el espacio de la celda les pertenece por completo, porque es un lugar igual que un altar, donde los hombres que pasan por delante se vuelven solemnes, aunque más no sea por un instante.
Entre ellos se defienden a morir, ante cualquier contingencia negativa muestran sus colmillos afilados dispuestos a entrar en rencilla total. A pesar de todo lo expuesto, jamás hubo existido una íntima relación de la que deban de avergonzarse, hasta la fecha ninguno se ha alzado con la voz de un único caudillo dictador.
Para terminar, es de subrayar lo bien saben valorar lo sustancioso del buen soñar y apreciar lo voluminoso que es cuando el tiempo se comprime haciendo ligera la gran espera, por consecuencia impera la más absoluta parsimonia, salvo algunas escaramuzas se goza de un interesante clima de tranquilidad.
Los tres en conjunto, viven sabiendo que después del fondo no existe nada, que se acaban los cálculos, las exactas mediciones. Y que el sol es cosa escencial para todos, sobrando motivos para ser muy felices.
Finalmente estos tres compañeros de la ciento treinta y tres, condenados a perpetua por matar a sus esposas, logran darse a la fuga por los techos del penal, justo cuando los reclusos festejaban la navidad junto con las muchas visitas que asistieron, en un preciso momento donde un actor famoso haciendo de Papá Noel acaparó la atención de propios y ajenos, allí lograron huir por los techos.
Huyeron a esconderse en los montes de las islas vírgenes en la desembocadura del Rio de la plata. Pero tristemente, no pudiendo sostener la armonía de la celda. Se enfrentaron eliminándose en diferentes duelos con armas blancas. Uno solo sobrevivió. Que justamente era el único inocente de los tres que estaba padeciendo una condena injusta.
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