La entrega…

Hay que entregar parte del alma para poder darle sentido a su necesidad, la de adorar el espacio en cual se desenvuelve su existencia, que fluyendo en los cauces del olvido, se vuelve una paradoja preñada de luz primaveral cuando el éxodo del tiempo se rebosa de soledad.
Hay que entregar el alma a los sueños para beber de elixir del amor, el cual te hace delirar entre los rumbos sigilosos de las memorias y el cruce fugaz del destino que se enamora de un tulipán, del paciente vuelo de un águila y de la curva cromática del arco iris en un ocaso furtivo.
Hay que entregar y parte de la vida para poder entender que se tiene todo en solo suspiro si visualizas el rayo de luz de conciencia que abriga la pasión de la vida y la vuelve realidad en una palabra de misericordia.
Hay que entregar el alma para disfrutar del dulce sabor de un beso y del susurro de atracción que palpita en el centro de las ganas hasta lograr en cada intervalo de silencio, una paz que viaja hacia el cosmos de la imaginación.
Hay que entregar para entender la belleza y solo así tu visión será el sublime refugio de su palabra, la cual busca descansar de tanta pereza y allí cuando tu mirada se convierta en ese idóneo aposento, contemplar la distancia que se acerca con la lejanía de cada pensamiento.
Hay que entregar el alma para reposar el placer de vivir y una parte de la existencia se ira para nunca mas volver, ya que su partida será la gracia que renovara tu paciencia y su ausencia será el consuelo de tu esperanza…
De veras hay que entregar…