-¡Hijos de la chingada, mira que no venir a destapar el caño!-
-Pues ya vez, por no pagar impuestos-
-Si pero…-
-Pero nada; chingada la hora en que decidí seguirte hasta este jodido círculo de miseria; nada mas dime una cosa ¿Quién chingados conoce San José Tlahuac? Somos un pinche punto en el mapa, ahí estamos pero nadie lo sabe-
-Ya mujer deja de recriminarme eso-
-Pues deja de quejarte pendejo y sigue sacando el agua de la casa, si es que esta pocilga merece esa definición- Lo último lo dijo entre dientes y así prosiguió el silencio durante toda la mañana.

La actividad se volvió mecánica, no fui a trabajar y eso seguro repercutiría en mi ingreso esta quincena, cosa que a mi mujer no le interesaba.

En un ratito; cuando ella se fue al mercado, me senté y placidamente decidí leer el periódico, llevábamos más de tres días así, de modo que tenía la curiosidad de saber que decía en general el gobierno del Distrito Federal y sobre todo el aprendiz de comunista Marcelo Ebrard, lo hojee de atrás hacia delante, haciendo paradas obligadas en los anuncios de masajes; aunque de este diario me molesto al no traer su correspondiente chica encuerada. Seguí con la revisión; en la cual solo buscaba el nombre de mi comunidad; nada más para callarle la boca a la vieja gorda con la que vivo y dejarle claro que este era un buen lugar para vivir o mejor dicho que no era tan malo. Sin ver pase la página indicada hasta así llegar a la primera plana, misma donde encontré una foto en la que dos niños sobre un sillón admiraban el agua que había entrado a su casa y al pie de página el objeto de mi búsqueda.

San José, Tlahuac.

Me excitó el hallazgo, puse las patas en el suelo aun cubierto por el agua, dirigí a la puerta una mirada de matador; esperando a que llegara la ignorante mujer, listo para dar la estocada más certera de mi vida.

…

Pasaron las horas; mi mujer no regresó jamás… Pero aún conservo ese periódico.