Luego de que la Municipalidad resolviera su exterminio con potentes insecticidas,
el barrio la Matanza, mi barrio, se ha visto inundado por cucarachas, casi todas muertas y algunas todavía pataleando, agolpándose en las entradas de los comercios, contra los cristales de las ventanas y ocultas en cualquier intersticio dentro de los hogares.
Las cucarachas son un verdadero fósil viviente.
Si nos remontamos a su origen sobre la tierra podremos presenciar- a través de sus tres ojos simples y dos compuestos de finísima sensibilidad que miran en cualquier dirección-: vida y fin de los dinosaurios, nacimiento de los primeros macizos montañosos, formación de yacimientos petrolíferos, avance y retroceso a través de los tiempos, de los glaciares, etc.
Dueñas de atributos extraordinarios, se adaptan con facilidad no sólo a cualquier clima sino también a cualquier hábitat incluyendo nuestro hogar: cajas de zapatos, colchones, heladeras, ropa de bebe, inodoros, etc.
Por otro lado es notable la facilidad con que logran alimentarse pues para ellas, resulta sumamente apetitoso prácticamente cualquier bocado desde verdura fresca y desperdicios hasta cueros y maderas; eso sin descontar que no les presenta ningún inconveniente ayunar por dos o tres meses sin comer y hasta dos meses sin beber.
Su olor es pestilente lo que las beneficia ante posibles depredadores soportando así mismo, hasta una radiación de seis a quince veces superior a la tolerada por los humanos y sobreviven hasta dos semanas sin cabeza.
Aún en absoluta oscuridad, ellas consiguen orientarse sin dificultades hacia posibles recursos alimenticios de cualquier orden por poseer en sus largas antenas células olfatorias de gran poder.
En cuanto a su reproducción no ofrecen casi ningún obstáculo y lo consiguen con asombrosa fecundidad.
También es cierto que son portadoras de gérmenes de poliomielitis, tifoidea, gastroenteritis y otras enfermedades y que la ciencia debe invertir importantes sumas de dinero en el descubrimiento de vacunas para alivianar a los humanos en dichos padecimientos.
Casi todos los habitantes del barrio, al verlas invadir la ciudad, huyeron precipitadamente de sus hogares.
Una inundación, después de todo, es un proceso natural. Cualquier desborde de río a causa de la lluvia puede dar lugar a brotes de enfermedades transmisibles y eso sucede, en principio, por la interrupción de los servicios básicos de salud pública y del deterioro general de las condiciones de vida de los afectados.
Las autoridades no limpian con dedicación los desperdicios acumulados en las calles, las bolsas de plástico por doquier que, luego ante la emergencia, obstruyen las bocas de tormenta cuando viene la lluvia torrencial, como en este caso e inunda el barrio, para que no salgan las cucarachas y los malos olores.
Cuando cesó la lluvia, el intendente municipal ordenó fumigar la zona hasta que el rigor mortis producido por el veneno en los insectos, les contrajera sus patitas y por ello el desequilibrio de sus centros de gravedad, les hiciera quedar patas arriba y muertas, en impúdica postura.
Nadie pensó que, ante una inminente destrucción del mundo, ellas podrían haber estado entre las pocas especies que sobrevivirán para dar testimonio de la vida en la tierra.
Por eso, me duele en el alma haber encontrado panza al cielo a mis mimosas después de que, con tanto esmero, las he nutrido, amado y cuidado con diligencia y que por ello, mis niñas se hayan criado tan sanas. Pensando que en el futuro estarían destinadas a ser reconocidas en su elevada dignidad.
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